La Universidad Nacional
de Luján, a 20 años de su reapertura
El 30 de julio de 1984, hace veinte años, se reiniciaban las
actividades académicas de la Universidad Nacional de Luján
después de un largo período de luchas y zozobras.
El Decreto ley número 22.167, del 21 de febrero de 1980,
había derogado la ley de creación de la Universidad Nacional
de Luján. Este acto fue la culminación de un proceso de casi
dos años que, arbitrariamente, preparaba la clausura de nuestra
casa de estudios.
Desde diferentes ámbitos se hizo público
el repudio a esa inexplicable persecución. Entre las innumerables
voces que se alzaron para denunciarla podemos citar algunas que, de alguna
manera, sintetizan la reacción que originó ese inusual hecho.
En diciembre de 1979, Ernesto Sabato se dirigió a la comunidad lujanense
en estos términos: “...Se acaba de echar abajo la fervorosa, tenaz
y patriótica tarea que la UNLu llevó a cabo a
favor de la cultura regional. La resolución Ministerial no
solo acaba con una de las más alentadoras experiencias locales,
sino que contribuye a acrecentar la ya monstruosa macrocefalia del país,
causa de la mayor parte de nuestras desventuras. A las autoridades de la
Universidad de Luján, a sus profesores y alumnos –parte de los cuales
cumple una huelga de hambre en la Basílica, les ruego acepten mi
solidaridad en estos momentos de tristeza...”.
Decía por la misma época, en una entrevista,
Jorge Luis Borges: “...Que un Ministro de Educación se dedique a
la clausura de universidades, a la reducción de universidades, es
como decir: “Convendría que hubiera más analfabetos en el
país. Esto del abecedario es un asunto....algo peligroso,
hay que suprimirlo...”.
De nada sirvieron las declaraciones, protestas y movilizaciones
solidarias de diferentes sectores de la sociedad local y nacional: la decisión,
cuyos verdaderos motivos nunca fueron explicados, estaba tomada y la UNLu
fue despojada de su nombre y sus bienes. Esto fue uno más de los
innumerables atropellos de la dictadura, fundados en la doctrina de la
seguridad nacional, contra la vida, la libertad y los derechos del pueblo.
Pero lo que no pudo expropiar el autoritarismo fue el sentir de una comunidad
que, tras la consigna “Orgullosos de nuestra Universidad”, continúo
luchando por su reapertura.
Fue con la restauración de la democracia
que la UNLu recuperó su personería jurídica, su autonomía
académica y su autarquía administrativa, económica
y financiera. A pocos días de reinstalada la democracia el Presidente
de la Nación, Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, elevó
al Congreso el proyecto de reapertura que, luego de su tratamiento y aprobación
en ambas Cámaras, con el apoyo unánime de todos los sectores
políticos, se transformó en Ley 23.044, sancionada el 1 de
febrero de 1984.
Finalmente, el 30 de julio de ese año se realizó
el acto formal, se realizó el acto formal de reapertura en coincidencia
con el comienzo de los cursos. Ese día se expresó la voluntad
de reconstruir la Universidad, sin olvida-r el pasado, reconociendo el
legado histórico, pero mirando hacia el futuro. Se aceptó
el desafío de hacer de la institución un centro capaz
de insertarse en el proceso de desarrollo científico – tecnológico
y humano.
A veinte años, renovamos nuestro compromiso. El conocimiento
es hoy la mayor ventaja comparativa de la sociedad y esta, a su vez,
experimenta cambios cada vez más vertiginosos en diferentes aspectos.
La Universidad, entonces, se transforma para responder a nuevas demandas
y anticiparse a los escenarios futuros. Pero lo que no debe cambiar
es el firme propósito de continuar trabajando para contribuir de
manera eficaz al desarrollo de la región y del país, tal
como lo propusieron sus fundadores, como lo desearon quienes la defendieron
y como lo hacen con su esfuerzo cotidiano sus docentes, investigadores,
estudiantes, personal de apoyo y graduados en la Sede y cada uno de los
Centros Regionales.
Por ello, como lo dijimos para su defensa, hoy lo reiteramos
al ver la obra de 20 años.
Orgullosos de nuestra Universidad.
Lic. Amalia Testa
rector@unlu.edu.ar |

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