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El 9 de julio y la (in)dependencia económica 
 

El 9 de julio se festeja en la República Argentina un año más de la independencia del imperio español lograda en el año 1816. Autonomía, soberanía, potestad, derecho, libertad, emancipación, palabras que operan como sinónimo de independencia, concepto que convoca el festejo de la Nación Argentina. Pareciera paradójico pensar en independencia en un contexto en donde las cuentas y muchas de las decisiones estratégicas del Estado Soberano son monitoreadas y aprobadas por organismos internacionales, en donde la dinámica de la economía argentina es condicionada por la dinámica de la economía global, en donde las asimetrías de poder militar y económico entre países ha aumentado. Así las cosas, de todos modos, las fechas son cíclicas, todos los años vuelven para recordarnos lo que valen para la constitución de la identidad de la sociedad.  Argentina 2004, civilización o barbarie, el año 2000 nos encontrará unidos o sometidos, liberación o dependencia, democracia o dictadura; todos slogan dicotómicos que marcaron la cultura política argentina. Mirando al futuro las dicotomías no se disuelven, pero cambian de contenido y de interlocutores, las incertidumbres son más poderosas que las certezas. 

Nuevamente 9 de julio, la independencia fue el día del parto de lo que hoy reconocemos como la Nación Argentina, la que nos toca vivir, sufrir y amar colectivamente. La que surge y resurge con cada uno de nuestro actos, la que se reproduce en nuestras palabras y en la memoria colectiva de varias generaciones. La independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata tiene origen también con el capitalismo naciente en Europa, sistema que ha configurado y sigue configurando el devenir y los destinos de este territorio que nació con la modernidad, con la idea de progreso trasmutada en la mercantilización, quizás demasiada miope, de los diversos ámbitos de la vida de individuos, hogares y comunidades. Algunos se dieron cuenta, contra los agoreros posibilistas de siempre, que otro país era posible, y actuaron en consecuencia, generaron un país.   Ahora también otro país es posible, distinto y a la vez continuidad del anterior. 
El 9 de julio vuelve todos los años para recordarnos que el desafío de constituir un grupo de personas que habitamos un mismo territorio nos hace co-responsables de nuestro destino común, de la necesidad de resolver las condiciones de vida de forma solidaria, equitativa, democrática, eficiente y sustentable para nuestras generaciones y para las que nos sucederán. 
 


Gustavo Busso. Docente e investigador del Dpto. de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad.
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