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ASPURC
La importancia de unos buenos anteojos de sol

Con la llegada de épocas más calidas, la exposición al sol aumenta al igual que el interés por el uso de anteojos de protección solar. Para elegir adecuadamente la protección de nuestros ojos es indispensable conocer cómo actúa la irradiación solar y cómo protegernos de ella.

La radiación solar que llega a nuestros ojos, una vez atravesada la atmósfera, sólo es visible en una pequeña parte. Existen principalmente dos tipos de radiaciones cuya incidencia prolongada pueden producir alteraciones en nuestra visión. Dentro de las radiaciones visibles, las correspondientes a la luz azul son los de más energía y son el principal factor de deslumbramiento. Los rayos ultravioleta (UV) forman parte de las radiaciones invisibles. Si bien en su justa medida estas radiaciones benefician la salud, su abuso puede llegar a producir serios trastornos. Influyen en esto la intensidad de radiación, el tiempo de exposición y el tipo de incidencia.

Mecanismos naturales de protección
En condiciones normales de exposición solar, el ojo dispone de mecanismos naturales de protección.
La pupila actúa como protector al dilatarse o contraerse de acuerdo al nivel de radiación solar. El cristalino absorbe las radiaciones ultravioleta evitando su contacto con la retina. 
Todas las estructuras del ojo trabajan como absorbentes, pero este proceso de alteración es acumulativo y con el tiempo genera daños y desgastes. Tal es el caso del cristalino, cuando este es expuesto a una fuerte radiación ultravioleta, durante un período largo de tiempo o por acumulación de exposiciones más breves se deteriora orgánica y funcionalmente, produciéndose una pérdida progresiva de transparencia, denominada “cataratas”. 
Por esta razón, frente a una prolongada exposición al sol o en zonas de intensa radiación (montaña, playa, nieve, ríos) se vuelve indispensable contar con lentes protectoras que ayuden a filtrar las radiaciones perjudiciales.

¿Cómo elegir unas buenas lentes de sol?
Unas buenas lentes protectoras no solamente deben absorber las radiaciones azules y las ultravioleta sino que  deben contar con un margen de de absorción de las radiaciones visibles (o sea de la «luz» que nos permite «ver») que permita una buena visibilidad. 
Unos filtros de protección eficaces pero que sacrifiquen incluso la luz visible no nociva, reducirán la agudeza visual perjudicando la visibilidad. 
Por otra parte, unos filtros de protección excesivamente claros que no absorban suficientemente las radiaciones azules, no protegen contra el deslumbramiento y la «fotofobia» o rechazo a la luz. 
Igualmente, lentes oscuros sin ningún tipo de filtro solar aumentan los daños producidos por las radiaciones nocivas (ver recuadro).
Igual que cada persona, de acuerdo con el tipo de piel y según la naturaleza y duración de la exposición solar a la que va a someterse, usa una crema con un factor de protección determinado, los «filtros de protección» de las lentes solares deben ir en función de las mismas valoraciones. El asesoramiento profesional es indispensable, ya que cada lente de sol debe adaptarse a las características y necesidades del futuro usuario para que su visión sea plena, eficaz y saludable. 

Tec. Opt. Fernando Bensi - Óptica ASPURC

Fuentes: “Gracias Doctor”. Año 1. N° 10. CRS - Colegio Nac. de Ópticos Optometristas.
 

Los anteojos de sol sin protección son 
altamente perjudiciales
Unas lentes de sol de mala calidad, cuya capacidad de protección solar sólo se limita a reducir la intensidad luminosa mediante el tono oscuro de sus vidrios, son más peligrosas que no llevar nada. 
La pupila disminuye y aumenta su tamaño en función de la intensidad luminosa. La falta de luminosidad producida por las lentes oscuras inducen a una dilatación de la pupila y, al no tener otra protección,  contribuyen a un mayor paso de  las radiaciones nocivas invisibles. 
Por lo tanto, el ojo queda mucho más expuesto a ellas de lo que quedaría sin esas gafas. 

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