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Integración conceptual y fronteras del conocimiento. Reflexiones sobre Río Cuarto, su región, y el XV CNAA

El XV Congreso Nacional de Arqueología fue un evento de integración organizado conjuntamente por las facultades de Cs. EFQyNats. y de Cs. Humanas que ha dejado un gran recuerdo en todos los asistentes y participantes, en el Campus Universitario, en la Ciudad de Río Cuarto y en su región. Los responsables por su organización y puesta a punto nos quedamos con la enorme satisfacción de ver que tantas horas de arduo trabajo habían dado sus frutos. Los participantes que llegaron de los más diversos puntos del país, tuvieron la oportunidad de conocer nuestros espacios ciudadanos, regionales, y universitarios. Las numerosas cartas y comentarios que expresan el reconocimiento y el inolvidable recuerdo que cada uno se llevó como resultado de su estadía dan claro testimonio de ello. El Campus Universitario se vió repleto de público asistente interesado por las actividades del XV Congreso Nacional de Arqueología, de investigadores argentinos y extranjeros, de jóvenes egresados y estudiantes quienes desarrollaron sus actividades académicas junto con espacios compartidos en interacciones súmamente enriquecedoras tanto sociales como personales. Los medios de difusión se ocuparon de hacer llegar a los hogares de Río Cuarto y su región distintas instantáneas representativas de la variada gama de actividades que hicieron al corpus del Congreso. El discurso del Sr. Rector Leonidas Cholaky Sobari en el Acto Inaugural, materializó en palabras su más absoluta pertinencia. En el mismo está vigorosamente sintetizado el significado profundo que conlleva la integración disciplinar para el estudio del hombre y sus obras. Las ideas allí estructuradas ameritan una lectura detenida, su reflexión y finalmente, su internalización.
Así, los pobladores de nuestra región pudieron tener un acercamiento de una magnitud nunca antes experimentada a lo que constituye el quehacer arqueológico en nuestro territorio y en países vecinos. Se trató de una dimensión generadora de un genuino, profundo asombro y admiración por la magnitud y el valor de las investigaciones arqueológicas en nuestro territorio. La valoración de la importancia de la labor arqueológica para contribuir al conocimiento del pasado local, regional, nacional y continental, incluyó a todos los habitantes de la región.
La labor arqueológica, insertada dentro de las Ciencias del Hombre (Antropología), adquiere significado en tanto y en cuanto contempla al hombre en su doble dimensión biológica y cultural. No se trata simplemente del estudio de sus restos materiales exclusivamente culturales (la cerámica, la metalurgia, las puntas de proyectil, etc.), sino también la consideración de sus restos biológicos, particularmente los esqueletales por su enorme importancia para comprender los procesos adaptativos de naturaleza biológica y sociocultural. Los huesos humanos forman parte integrante, indisoluble de los conjuntos meramente culturales recuperados en los contextos arqueológicos. El estudio de un sitio arqueológico involucra su excavación. Esta labor implica la separación de los restos arqueológicos tanto biológicos como culturales de sus posiciones y asociacones originales. Esta es indudablemente la etapa que más atención, cuidado y esmero requiere para factibilizar su estudio. De su satisfactorio cumplimiento dependen absolutamente todas las construcciones que posteriormente se hagan con referencia al aprovechamiento de la información que se ha recuperado. De este modo, es posible observar con gran pesar e impotencia cómo el desconocimiento sobre la importancia de esta etapa motiva tan frecuentemente que los hallazgos que a menudo se verifican en nuestro medio, sean objeto de un trato apresurado y muchas veces absolutamente destructivo del potencial interpretativo de los restos arqueológicos contenidos en los sedimentos de nuestra región. Como ocurre en otras partes del país y tal vez como consecuencia de una suerte de herencia de tradición conquistadora transatlántica, la historia enfatizada de Río Cuarto y su región suele hacer preponderar los orígenes históricos y la información documental escrita, en desmedro del valor intrínseco de los restos arqueológicos y bioarqueológicos que dan cuenta de una profundidad temporal de ocupación mucho mayor. Sería deseable que el impacto producido por el XV CNAA a que aludimos más arriba, implique una invitación a la reflexión de todos los habitantes de nuestra región acerca de la inconveniencia de incurrir en un tratamiento desaprensivo de la evidencia de nuestro pasado más remoto, y a la advertencia de que en la Universidad Nacional de Río Cuarto existen equipos de investigación arqueológica y bioarqueológica que pueden entender en el caso de hallazgos ocasionales o accidentales, y contribuir con su labor al conocimiento del pasado local y regional.
Ningún pueblo alcanza completamente la identidad ni su razón de ser como nación sobre la tierra si no toma conciencia de cuales son los lazos biológicos, evolutivos, históricos y culturales que los ligan a un determinado territorio. Puede ser que este Congreso que tanto ha dado para hablar y para admirar, sirva para que los habitantes de esta querida región empecemos a comprender que nuestra orgullosa tradición se remonta mucho más allá de una línea de fronteras, o del año 1492.
 


Osvaldo J. Mendonça. Laboratorio de Osteología y Anatomía Funcional Humana. Depto. de Cs. Naturales, Fac. de Cs. EFQyNats. UNRC.
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