Opinión
Descendientes de inmigrantes al banquillo
De vientos con aroma a pólvora quemada que atestiguaron los decadentes
escombros de la enfurecida Europa, magno Océano Atlántico
de por medio, a grandes extensiones de fértiles tierras que
prometían dignidad. Ante esta extrema experiencia de vida nuestros
queridos inmigrantes pusieron el grano de arena que contribuyó a
gestar “la fortaleza argentina”. Claro está, tampoco me olvido de
los genocidios que envilecen nuestra historia como pueblo. Pero mi intención
no es escribir sobre cruentas matanzas de carácter político,
económico o cultural, sino más bien dirigirme sin animo de
ofender a todos aquellos que son descendientes de europeos para poder así
reflexionar un par de cositas que tiene que ver con la singular manera
en que se interpretan hoy en día las cuestiones raciales de nuestro
país, que por cierto muchas veces se analizan con simplismos absolutos
que van desde actitudes inescrupulosamente intolerantes hasta ingenuas
hipótesis que generan vanas tensiones en la construcción
de nuestra identidad como nación.
Sinceramente se hace difícil plasmar mi posición en este
pequeño pero valedero espacio de expresión. Aun así
espero ser breve y conciso.
El tema es éste: desde chico y tras absorber los diferentes
valores que se me han ido imponiendo y otros que he adoptado con más
libertad de la que soy conciente, reconozco pecar infinidades de veces
aprovechándome de mi ligazón sanguínea al viejo continente,
y caigo así en un pozo de ignorancia, al cual veo con frecuencia
cae también con facilidad gran parte de los habitantes de la Pampa
Húmeda.
Creo que más o menos me estoy explicando. Todavía el
sentirse europeo es moneda común en las relaciones que tejemos día
a día.
Y para afilar un tanto más el cuchillo, me permito señalar
a la tan compleja, egocéntrica, orgullosa y por momentos irritante
clase media descendiente de inmi-grantes (uso este termino para simplificar
un tanto la cuestión). Los años del “menemato” han hecho
más estragos de lo que cualquier estudio socioeconómico puede
dar cuenta. Gracias a nuestro tirano ex presidente y todo su ilusorio modelo
la Argentina está implosionando dolorosamente en su perfil cultural.
Para ser más grafico haré estas preguntas: ¿qué
relación hay entre una familia riocuartense que tiene la posibilidad
de satisfacer todas sus necesidades básicas y cualquier familia
de Italia o España?, ¿Yo, que seré? ¿italiano
o ranquel?; vos, que tenés apellido toscano, ¿caminás
por Roma todas las tardes?
En síntesis, nuestros bisabuelos llegaron a la Argentina “como
Adán y Eva”, mientras que nosotros en primer lugar hemos olvidado
la situación económica que amedrentó a nuestras raíces
pero que a pesar de todo nadie se atrevió a bajar los brazos. Segundo,
si queremos empezar a construir un país un tanto más igualitario
que lo que comúnmente estamos acostumbrados a ver, comencemos a
internalizar (el que tenga ganas) que ante los ojos de España o
Italia no somos italianos. Tercero, comprender el valioso tesoro que tenemos
frente nuestro, pero que no lo percibimos con facilidad: la pluriculturalidad.
Por ello, criollos, descendientes de tanos, de gallegos, de turcos, de
alemanes, de ingleses, de aborígenes, de coreanos, bolivianos, paraguayos,
negros, pelirrojos, albinos, rubios y morochos encomendémonos a
un gran brindis y festejemos nuestras diferencias en una actitud de igual
a igual.
Saluddd!!!
Dedicado a mis nonos.
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Mariano Cessano.
Estudiante de Ciencias
de la Comunicación
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