Opinión
Aquel día y hoy, treinta años después
24 de Marzo de 1976, 30 años. 24 de Marzo de 1976, locura. 24
de Marzo de 1976, dolor. 24 de Marzo de 1976, inconciencia. Sueños
rotos, pesadilla intacta; inocencia perdida, perversidad presente. Aquel
día ya no pudimos elegir, eligieron por nosotros. Las urnas estuvieron
bien guardadas. Desde aquel día y siete años después
existieron demagogias, apoyos cómplices, silencios del miedo; pero
también existieron voces valientes del sentimiento.
Sin embargo, ayer como hoy existieron y existen múltiples luchas
por lo que era, es y será nuestro, pese a quien le pese.
Luchas por la dignidad de no vivir sumido, en contra de una mísera
migaja existencial bajo la suela de la bota del poder. Profunda oscuridad,
que miles de luces de bravas almas se animaron a alumbrar por mal que le
pesara a ese…
Animal horrendo y estúpido, que devoró la belleza y la
verdad de las letras en las llamas de su infantil inseguridad.
Ser paranoico y demente, que temió de los obreros como tu papá
o tu mamá, y que temió por estudiantes como vos y yo.
Adefesio insensible, que en noches de alcohol jugó su guerrita
sin soldaditos de plomo, sino que la practicó con niños como
los que ves en cada ingreso, o como vos mismo cuando ingresaste a la universidad.
Monstruo soberbio, que consagró el llanto del hambre y la pobreza
más patética entregando los patrimonios de todos en sucias
manos de pocos; que no queden dudas de que se entregó el patrimonio
de todos: el tuyo, el mío, el de tus viejos, el de tus hijos.
Bestial sicótico, que entonces y aún hoy imprime frases
en las mentes que quiso controlar: “por algo será”, “algo habrán
hecho”, “no te metás”. Pastillas que nos quieren hacer olvidar lo
inolvidable; obviar lo insalvable.
Engendro aberrante, que nos llenó de ausencias y nos tomó
por mentecatos tratando de hacernos creer que eran algo abstracto, indeterminado.
No existe, no está…dijo un jerarca de bigote.
Un pueblo que no recuerda ni valora su pasado, está condenado
a repetirlo. No seamos ese pueblo. No dejemos que nos adormezcan en la
imbecilidad temerosa garante de salvoconductos como las obediencias debidas,
puntos finales, e indultos.
Entonces no dejemos que este tiempo haya pasado en vano. Ejerzamos
hoy mismo y de una vez por todas nuestro ineludible derecho a la conciencia,
con la verdad y la memoria crìtica.
Que nos sirvan treinta años de reflexión. Por los que
no están, por los que están, por los que estarán.
Por todos los que queremos.
En fin, utilicemos valederamente la libertad que nos quisieron quitar.
Este 24 de marzo, y todos los por venir, que nunca más sea como
treinta años atrás. |
José Luis Torres, alumno del profesorado en Historia
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