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Los
riesgos de la actividad sexual
Cualquier persona que mantiene relaciones sexuales con otra está
propensa a contraer una enfermedad de transmisión sexual (ETS).
Su incidencia en la población es alta y suelen ser más frecuentes
en los adolescentes y jóvenes, debido al tipo de vida sexual que
generalmente llevan.
Sida (HIV), virus del papiloma humano (HPV), gonorrea, chlamydia, herpes,
sífilis, hepatitis B, chancro, son algunas de las infecciones incluidas
en este grupo. Su nivel de gravedad varía según el tipo de
enfermedad y, en muchos casos, las consecuencias pueden ser irrecuperables.
El punto en común es que todas ellas se transmiten por contacto
sexual -vaginal, anal u oral- debido a que los organismos que las ocasionan
se encuentran en los fluidos corporales, en la piel o en las mucosas de
la uretra, la vagina, el ano y la boca. En este sentido, algunas prácticas
sexuales, como la relación anal, llevan un riesgo más alto
de transmisión de ciertas enfermedades que otras prácticas
sexuales, tales como la relación vaginal.
Algunas ETS también pueden ser transferidas por un contacto
directo no sexual con tejidos o fluidos infectados. Un modo común
de transmisión no sexual es el contacto con la sangre infectada,
por ejemplo, compartiendo las agujas cuando se usan drogas intravenosas
o por una transfusión no controlada. Asimismo, algunas ETS pueden
transmitirse de la madre al niño en el embarazo, el parto o, en
menor medida, a través de la lactancia.
¿Cuáles son los riesgos?
Las ETS, en su mayoría, no presentan síntomas o estos
son leves en un comienzo, por esta razón, ante alguna señal
o sospecha de un posible contagio es de suma importancia recurrir a un
médico.
Si se dejan sin tratar, las ETS pueden traer problemas serios. Por
ejemplo, la chlamydia no tratada puede producir infertilidad, el HPV desarrollar
cáncer o la sífilis producir lesiones irreversibles.
Asimismo, los tratamientos para estas enfermedades han progresado mucho
en los últimos años, haciendo de casi todas las ETS, enfermedades
curables o controlables cuando son detectadas a tiempo.
El riesgo de contraer una enfermedad de transmisión sexual está
presente en toda persona que mantiene relaciones sexuales. Este se eleva
cuando se han tenido muchos compañeros sexuales, se mantienen relaciones
con alguien que ha tenido varias parejas, no se usa la protección
necesaria o se usan drogas intravenosas.

Sexo seguro
Actualmente, la prevención más segura y viable contra
las enfermedades de transmisión sexual es mantener una pareja estable
y de confianza. Asimismo, antes de iniciar la relación es muy importante
poder hablar acerca de la vida sexual anterior y descartar posibles sospechas.
El uso de preservativos disminuye notablemente los riesgos, aunque
no los anula totalmente. Este debe ser usado correctamente tanto en relaciones
vaginales, como anales u orales y desde el comienzo hasta el final de la
actividad sexual. Debe tenerse en cuenta que los lubricantes pueden disminuir
el efecto barrera.
Prevenir las ETS implica poseer información precisa, responsabilidad
hacia uno mismo y hacia el otro al momento de establecer una relación
y una comunicación óptima en la pareja. Esta actitud no sólo
disminuye los riesgos de contraer una enfermedad de transmisión
sexual, sino que aporta además a llevar una vida sexual más
plena y placentera para ambas partes.
Fuentes: www.tuotromedico.com; www.familydoctor.org;
www.medem.com.
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