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Medallas para el personal de 20, 25 y 30 años de antigüedad
La magia de las emociones paseó por el aula mayor junto al reconocimiento al trabajo

Fue un mediodía especial el del jueves. Magia, tango, medallas, recuerdo a los que no están, voces quebradas por emoción. El acto de reconocimiento a trabajadores docentes y no docentes con 20, 25 y 30 años de servicio al 31 de diciembre de 2005 en la Universidad convocó a una multitud de personas y sensaciones en el aula mayor. 

El mago Juan Pablo conjugó magia y humor. Números con pañuelos cartas, sogas y cadenas motivaron aplausos cuyo punto culminante fue el escapismo junto a Oscar Spada. De un momento a otro, Juan Pablo pasó de estar íntegramente encadenado y vestido de saco negro a estar con las mismas cadenas, pero con otro saco, el habitual verde caqui del rector, que apareció vendado y en mangas de camisa.
Libertango fue el inicio musical de las parejas de tango del grupo Media Suela y Taco, del Departamento de Arte de la Secretaría de Extensión y Desarrollo. Los más de 300 presentes sólo salieron del silencio para aplaudirlas.
Después, qué importa el después. Perdón, tanto tango confunde. Vaya si importó, tanto que al profesor Juan Carlos Martínez el público no lo dejó irse con apenas dos tangos y a fuerza de pedirle otra lo hicieron cantar cuatro. 
El siguiente silencio fue para evocar a quienes caminaron junto a la Universidad y hoy permanecen en la memoria de sus compañeros.
Los discursos estuvieron a cargo de Delia Céliz, trabajadora no docente; Graciela Martínez, docente, y Oscar Spada, rector.
Al recordar que el 12 de octubre “no es un día cualquiera”, Céliz dijo que “las naciones americanas deben ser plurales” y “tomar conciencia de las comunidades indígenas”, para “dejar de verlos como una parte del paisaje que nada tiene que ver con nosotros”.
Al cabo de 30 años de trabajo en la Universidad, apuntó que “es un privilegio de la vida pertenecer a esta comunidad” e invitó a recordar que “hombres y mujeres mejores hacen tiempos mejores”. Asimismo, sostuvo que el éxito de la vida “no se consigue por títulos y cargos” sino “siendo mejor persona que ayer”.
Graciela Martínez, que también cumplió 30 años, expresó: “Tengo el honor de haber estado en el acto de instalación de la piedra fundamental”. Dijo haber tenido “la suerte de recibir el diploma de alumna fundadora” así como la de haber conocido “tantos amigos que estuvieron en las buenas y en las malas” en su tránsito de “esfuerzo en la noble tarea de enseñar”. Se preguntó “¿Qué más le puedo pedir a este sueño?” y agradeció a Dios, “ese ser que con su infinita sabiduría hizo que vivamos este momento” que dedicó a familiares y amigos.

Pública y democrática
“La universidad es así: hoy nos peleamos, mañana estamos juntos”, sostuvo el rector, que planteó que “vale la pena luchar por la universidad pública y democrática” y “la única forma es trabajando”, asumiendo un “compromiso de dar lo mejor porque la sociedad nos reclama”, consideró.
Spada resaltó también “el orgullo de trabajar en esta universidad” y convocó al esfuerzo conjunto y horizontal al retomar palabras de “un periodista de Córdoba que dijo que lo único que se construye de arriba hacia abajo es un pozo”.  


“No debemos perder en nuestra universidad esto de ser compañeros y además amigos”, dijo el rector instantes previos a la entrega de medallas.

 
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