Investigador local expuso en Valencia
trabajos sobre propulsión eléctrica espacial
“La escasez de dinero es el
drama de la tecnología en la Argentina”
El ingeniero aeroespacial Héctor Hugo Brito, docente de
la Facultad de Ingeniería, estuvo en Valencia, participando de un
congreso internacional de astronáutica, en calidad de expositor.
Llevó cinco trabajos, tres de los cuales lo tienen como autor y
dos como co-autor. Todos están directamente vinculados con la propulsión
eléctrica espacial.
Dos de esas presentaciones corresponden al Instituto Universitario Aeronáutico
de la ciudad de Córdoba, al cual pertenece también; una al
área de mecánica computacional de la UNRC y las otras dos
son compartidas con docentes de la casa de altos estudios local.
Experiencia parada
Brito forma parte de un grupo científico que está al
frente de la primera experiencia en el hemisferio sur respecto de este
tipo de propulsión, que es por plasma. Sin embargo, hoy tienen suspendidos
los trabajos experimentales, por los altos costos que implican. Mientras
tanto le vienen dando continuidad a la parte teórica. “No tener
recursos en ciencia y tecnología significa quedarse atrás.
Es decir, agrandar la brecha, que se sigue ensanchando”, señaló
Brito.
En referencia a la propulsión eléctrica espacial, comentó
que es una línea de trabajo con la que comenzaron a trabajar en
1998. “Es una especie de continuación de lo que veníamos
haciendo con los microsatélites, el primero de los cuales que voló
fue Víctor”, reseñó, al tiempo que adelantó:
“Pensamos que el próximo debe estar equipado con propulsión
propia. Es decir que pueda moverse respecto de su órbita, que pueda
cambiar y desplazarse a una órbita más conveniente para los
experimentos o para las aplicaciones que tenga ese satélite”.
Siguiendo con su explicación, el docente contó: “Esto
nos llevó a abrir nuevas líneas de desarrollo relacionadas
con la propulsión eléctrica, que es la más confiable.
Tiene más eficiencia que la propulsión convencional, que
es química, que se podría ilustrar diciendo que es una especie
de cañita voladora”. Y agregó: “En este caso, en lugar de
quemarse un producto químico, se procura que la energía eléctrica
se convierta en energía de la materia que es expulsada. Esto es:
hay una conversión de energía eléctrica en energía
cinética. Se pasa de energía química a energía
eléctrica”.
Si hubiera fondos
El ingeniero Brito dijo que el próximo satélite será
parecido exteriormente a Víctor, en cuanto a la forma, pero con
un equipamiento mucho más moderno, en particular desde el punto
de vista de la electrónica y que probablemente lo equipen con propulsión
eléctrica. “Todo eso está supeditado a conseguir recursos
económicos”, sostuvo el investigador.
“En la medida en que no tengamos estudios experimentales, se resiente
el trabajo teórico, puesto que no se puede realimentar con resultados
concretos”, sostuvo. Remarcó que “si se dispusiera de los fondos
necesarios, en tres años el satélite podría estar
volando en el espacio”, y se quejó: “La escasez de dinero es el
drama de la tecnología en la Argentina”.
“Un satélite con propulsión eléctrica requiere
diez veces menos propulsante. Y se puede reducir hasta un 70 por ciento
el costo de lanzamiento”, aseguró Héctor Brito.
Este especialista en temas aeroespaciales, que realizó sus estudios
de grado y trabajó durante un tiempo en Francia, y luego decidió
regresar a su país, comentó que hay una tendencia mundial
impulsada por la necesidad acuciante de abaratar los costos de acceso y
evolución en el espacio, que está en el orden de los 20 mil
dólares el kilo.
Brito explicó que es un producto de muy alto valor agregado.
“Por los altos costos, la actividad espacial está estabilizada,
casi declinante. Se buscan nuevas técnicas que abaraten esos costos,
por lo que se está reduciendo el tamaño de los satélites.
A eso se agrega la opción, que nosotros estamos trabajando y que
consiste en
reducir la cantidad de propulsante que lleve el cohete o el satélite
para evolucionar. Y para reducir la cantidad de propulsante, es preciso
un cambio de paradigma, en este caso, pasar a la energía eléctrica”.
“Si tomáramos como parámetro la curva de aprendizaje,
que es una especie de “s”, podríamos decir que en nuestros trabajos
de investigación, que comenzamos en el año ’98, nos encontramos
en la mitad de esa “s”. Hemos recorrido la mitad del camino, nos falta
la otra, que es tan compleja como la primera”, ilustró el ingeniero
Brito. Indicó que “hemos avanzado bastante con presupuestos muy
limitados. Ya tenemos un prototipo funcionando, el cual fue producido en
el Instituto Universitario Aeronáutico”. Y agregó: “En paralelo
con la actividad experimental de laboratorio, estamos trabajando de manera
muy fuerte en lo referido a modelización y simulación de
los fenómenos que se producen dentro de este tipo de motores, que
son muchos más complejos que los de combustión interna, es
decir, la propulsión convencional”. |
“No tener recursos en ciencia y tecnología
significa quedarse atrás. Es decir, agrandar la brecha, que se sigue
ensanchando”, señaló Brito.
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