Retorna a página principal de Hoja Aparte

 
Opinión
El funcionamiento de la Democracia

La democracia tiene una historia real, un camino en el cual han surgido  instituciones específicas que le dan forma o la amenazan,  fuerzas sociales concretas que luchan a favor o en contra de ella,  situaciones económicas  y políticas que la favorecen o la desfavorecen. Ha llegado hasta aquí con muchos aciertos y defectos  y como dice el gran politólogo italiano Norberto Bobbio con  promesas incumplidas. Promesas que a la luz de los últimos acontecimientos ocurridos en nuestro país cobran mayor vigencia.  La primera de las promesas no concretadas es que la Democracia no logró eliminar las elites del poder. Nos hemos conformado con reconocer que las democracias se distinguen de los gobiernos  no democráticos, no ya por haber suprimido las oligarquías, sino porque permiten a varias oligarquías participar  pacíficamente en el gobierno de la sociedad. En muchos casos grupos que están sólo interesados en la reproducción de sus privilegios echando mano a prácticas políticas clientelistas y déficits institucionales que impiden la consolidación de instituciones democráticas fuertes y responsables. 
Por su parte García Delgado en su obra Estado y Sociedad se pregunta “¿Qué posibilidades tienen los ciudadanos de participar efectivamente  en las decisiones públicas y de controlar a las elites? y ¿es posible que la democracia recupere su dimensión ética  y condición de herramienta del bien común, más que ser emblemática de un posicionamiento estratégico y coyuntural de elites autonomizadas?”  El comportamiento cívico de la sociedad de Misiones ¿será un indicio  hacia el camino de recuperación de esa dimensión   de la democracia? 
La segunda promesa incumplida es la de no haber alcanzado la integración de la igualdad formal con la igualdad sustancial. Nos hemos conformado con la igualdad de oportunidades (que es una idea liberal) pero hasta las oportunidades son generalmente palabras. Las marcadas desigualdades sociales  que caracterizan a la sociedad de nuestro tiempo poseen efectos que  son particularmente graves. Estas se advierten en la marcada segregación urbana e inequidad que prevalecen en el acceso a bienes y servicios sociales. Entre ellas podemos mencionar: 1) la desaparición del modelo clásico de trabajo asalariado, bajo el efecto de la desocupación masiva que no afecta a todos los individuos al mismo tiempo y no depende sólo de las capacidades individuales, sino de la forma como se relacionan estos con la coyuntura; 2) las mujeres que se han integrado a la economía pero aceptando numerosas diferencias con los hombres en materia salarial, de precarización del trabajo, y entre las que se advierten mayores índices de desempleo; 3) las desigualdades geográficas entre regiones de un país o áreas en una ciudad que expresan territorialmente las desigualdades sociales; 4) las prestaciones sociales que están condicionadas a los recursos del beneficiario potencial; 5) las facilidades u obstáculos para acceder al sistema financiero; 6) la situación diferencial que se advierte en la vida cotidiana frente a la salud, la vivienda, a los equipamientos públicos, al transporte.
La tercera promesa no cumplida es que la democracia no logró vencer el poder invisible. Había prometido un poder transparente, y en cambio en muchas ocasiones siguió siendo opaco y oscuro. La obligación de publicar los actos gubernamentales no es sólo para permitir que el ciudadano conozca  las acciones de quien ejerce el poder y en consecuencia de controlarlos, sino porque la publicidad es en sí misma una forma de control, que permite distinguir lo que es lícito de lo que es ilícito. No hace falta abundar en detalles acerca de los numerosos ejemplos que empañan el accionar de  muchos de nuestros funcionarios y políticos.
Como conclusión de ello, podemos decir que existen democracias más sólidas y menos sólidas, más vulnerables y menos vulnerables, más cerca del ideal o menos cerca, pero lo fundamental es que exista el convencimiento  de que únicamente la democracia permite el libre debate de las ideas, el cambio de mentalidad y la renovación gradual de diversas maneras de vivir.


Patricia Casal. Lic. en Ciencia Política

 
 
 
Escríbanos y envíe
sus sugerencias y
comentarios
a nuestro e-mail
Página Principal de la UNRC