Opiniones
Intelectuales y Universidad
“Fumando festejé, convidé, pensé, estudié,
divagué, fingí, permití, cociné, comí,
perturbé, sufrí, reí, pedí, malgasté,
amé, bailé, lloré, canté, disuadí, consolé,
acompañé, malviví, consumí y esperé...“
Mi testimonio:
Conjuntamente con mi crecimiento adolescente y en un momento en el
cual todo valía y no existía información alguna acerca
del consumo del tabaco, el cigarrillo me acompañaría de modo
continuo, silencioso e implacable durante los próximos treinta años...
Lo que comenzó como una suerte de conquista “pre-adultez” y
sinónimo de libertad, terminaría en una dependencia absoluta
que, para los de mi generación, resultaría difícil
de erradicar. Y digo difícil, mas no imposible.
Quiero que mi testimonio sirva para conducir a una mejor calidad de
vida a todo aquél adicto a este flagelo. No importa cuán
largo haya sido el trayecto a partir del primer cigarro. Tampoco importa
a qué edad fue, si hubo continuidad, si hubo alejamientos en distintos
períodos, o qué grado de dependencia hay. Lo cierto es que
como individuos cada caso es particular y requiere de interés y
mucha atención.
Entonces pensé: ¿porqué no comenzar ahora? Sólo
por ahora. Y busqué ayuda... me informé a conciencia de lo
que significaba el hábito de fumar y de los peligros que generaba.
Sin temor y convencida, el día 06/06/06 pedí auxilio
al doctor Marcelo García, especialista en Cardiología que
presta servicios en la Universidad Nacional de Río Cuarto, propulsor
del proyecto que hoy es un éxito y que promueve -desde el ángulo
de la psicoterapia y el consumo de un medicamento llamado Odranal por un
lapso de tres meses, la recuperación paulatina de la adicción.
Realicé los estudios pertinentes: electrocardiograma:, placa
de tórax, análisis clínicos de rutina y hormonales,
análisis genitales y mamografía. Todos con excelentes resultados
a excepción de la placa que dejó observar flema propia de
un fumador, libre de nódulos y sin enfisema pulmonar. “Dejaré
de fumar en honor a la vida” ya que ésta me da “la oportunidad”
la de honrarla sin estar en una situación límite, cavilé.
Humildemente convido esta ofrenda a quién quiera tomarla, para
recuperar años de vida, mejorar su calidad y transmitir a la humanidad
que SE PUEDE!
Llevo seis meses de abstinencia total al consumo del “humo embriagador”
del
cigarrillo cómplice y traidor. Días que me están permitiendo
recuperar:
El aspecto, aroma y tono de la piel - La textura y brillo del
cabello - La aceptación de la sociedad - La distribución
del tiempo - La resistencia física deportiva - La respiración
- La memoria - La captación de órdenes laborales - El sueño
relajado - La duración del maquillaje para labios - La percepción
olfativa y gustativa - La autoestima - La integración a la sociedad
- El tiempo para ejercer tareas habituales - El buen humor - El buen aliento
- La feminidad - La voz - El dinero.
Los efectos nocivos que en principio son absolutamente nuestros,
luego se trasladan silenciosamente a los seres que nos rodean, quienes,
en la mayoría de los casos, no fuman, pero lo hacen en forma indirecta
a través nuestro.
Si bien existen tantos tratamientos prometedores y un sinnúmero
de bondades que aseguran dejar este vicio, sólo lo conseguiremos
desde nosotros, por nosotros y para nosotros y en el preciso momento que
nosotros lo decidamos. La premisa a utilizar será: “debo dejar de
fumar definitivamente” y todo lo que se intente no servirá si no
tomamos conciencia de qué es lo que nos motiva a dejar este pernicioso
flagelo.
Concomitante con la difusión mundial y las permanentes campañas
informativas, así como con la implementación de la Ley Antitabaco
Provincial 9.113 que comenzó a regir a rajatabla a partir del 31
de mayo del presente año, es que tomé verdadera conciencia
de la preocupación por una mejor calidad de vida para mí
y para mis seres queridos. La prohibición de fumar en lugares públicos
aumentó más aún mis ansias de intentar abolir este
vicio maldito. Y comencé, con humildad, a peregrinar el camino del
recupero de la adicción conciliándome con la abstinencia.
Mis mas sinceras gracias a Dios; a Mi familia; a Claudio y al Dr. García.
Sin ellos, no hubiera sido posible. |
Patricia Accardi |