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Se proyectó un video en el campus
El Cordobazo tiene quien lo recuerde

A 38 años del Cordobazo, el martes 29 hubo video debate en el aula 3 del pabellón 2 organizado desde Juventud CTA y Asociación Gremial Docente de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

“Con memoria histórica para recuperar la unidad obrero-estudiantil en la reconstrucción del campo popular” fue la premisa desde la que se llevó a cabo la actividad, que reunió a unas cuarenta personas. 
”Agustín Tosco alguna vez dijo que El Cordobazo fue la expresión militante del más alto nivel de conciencia de un pueblo que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla” fue uno de los mensajes de la invitación al video. En uno de sus cuatro tramos se escuchó un testimonio similar de uno de los protagonistas, del gremio de Luz y Fuerza: “Los trabajadores teníamos un cuatro o cinco por ciento de desocupación y muchos teníamos hijos en la universidad. Estábamos defendiendo eso; no era tanto el sueldo que estábamos defendiendo, sino que era una protesta contra la dictadura”.
En efecto, el gobierno de la época era de facto, presidido por Juan Carlos Onganía desde 1966, en cuya gestión “se recortaron derechos laborales, se prohibió la actividad política y se intervinieron las universidades”. Con este marco expresado desde el documental, “la paciencia que los pueblos tienen mostró su límite”, tal lo que señaló uno de los actores del Cordobazo.
Otra de las voces fue la del abogado del foro local Carlos Azócar, quien entonces estudiaba en la capital provincial:
-Las acciones consistían en cortar el tránsito, hacer pequeñas asambleas que iban creciendo y nos quedábamos esperando la aparición de la policía.
-Era tal el apoyo de la población que siempre había una puerta abierta para un estudiante u obrero que había ido a manifestar. Y como estaban abiertas las puertas veíamos por televisión lo que estábamos protagonizando nosotros mismos.
-Desde el ’66 al ’69 las calles de Córdoba eran permanentemente ocupadas por los estudiantes y los sindicatos nos abrían las puertas para instalar los comedores estudiantiles que no se podía tener en las universidades. De ahí la gran amistad obrera – estudiantil.
-El viernes 30 estábamos en el departamento de un amigo. Subía el Ejército por el ascensor. Nos golpeó la puerta un nene de 9 años para avisarnos y entonces la mitad bajamos por las escaleras. La otra mitad quedó en el departamento y fue llevada detenida a los cuarteles.
Otro de los testimonios dio cuenta de que “aparte de estudiantes y de obreros salió gente de clase media. Hubo una comunión de distintos sectores que dijeron ‘basta’”. 
Se generó un escenario en el que “mientras íbamos marchando teníamos que esquivar hasta mesas de luz que la gente tiraba por las ventanas para hacer el fuego de las barricadas”.
Como lo planteó otro de los manifestantes, pecaríamos de soberbia si dijéramos que planeamos todo; nosotros organizamos el paro, pero no lo que después la gente hizo en la ciudad”. 
Un audio de entonces indicó que “el ejército entró a media tarde en la ciudad” dado que “la policía de Capital y provincia no es suficiente”, según un comunicado del “tercer cuerpo”.
La respuesta en este caso sí fue organizada: “El apagón –como reconoció uno de sus sindicalistas- lo hicimos desde Luz y Fuerza”, por lo cual “durante casi tres horas la ciudad estuvo totalmente a oscuras”, tal lo señalado desde las crónicas periodísticas de un día de 1969 que marcó un antes y un después para el significado del 29 de mayo. 


Un frío martes de 2007 se reflexionó sobre un jueves de fuego de 1969.
 
 
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