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CANCER DE TIROIDES

El cáncer de tiroides representa el 1% de todos los tipos de cáncer. Si bien su incidencia es baja y sus posibilidades de curación altas, como todo cáncer debe ser detectado a tiempo para asegurar un tratamiento exitoso.

En todos los casos, esta enfermedad consiste en uno o más tumores malignos localizados en la glándula tiroides. Al ser de ubicación definida, sus posibilidades de curación son muy favorables mediante la extirpación por cirugía.
Generalmente, afecta más a la mujer que al hombre y su aparición es más frecuente entre los 25 y 65 años. 
Si bien no existen causas directas de su aparición, se encuentran más expuestas a desarrollar la enfermedad aquellas personas que han sido sometidas a radioterapia durante la niñez en zonas como el cuello, el tórax o la cabeza. El factor hereditario y una alimentación muy escasa en yodo son también factores predisponentes.

Síntomas
Para sospechar de un posible cáncer de tiroides debe observarse la presencia de nódulos tiroideos, que son protuberancias alojadas en la zona del cuello. En la mayoría de los casos éstos suelen ser benignos, ya que sólo 1 de cada 20 es maligno. También pueden aparecer signos de ronquera, debido a la presión del tumor en el nervio laríngeo o dificultades para respirar o tragar.
En todos los casos, los exámenes a realizarse son palpación primero y luego punción con una aguja para recolectar material y exponerlo a una biopsia. Este es el único estudio que permite diagnosticar la naturaleza benigna o maligna del nódulo.
Existen cuatro tipos de cáncer clasificados según su lugar de aparición y su comportamiento. El cáncer papilar, generado a partir de células productoras de hormonas tiroideas yodadas, ocurre en el 60% de los casos y es de fácil curación. El folicular, de características similares al anterior, ocurre en un 17% de los casos y, al presentarse casi siempre encapsulado, también es de fácil control.  El medular sólo sucede en el 5% de los casos, se desarrolla desde células que producen hormonas tiroideas no yodadas y su tratamiento es más riesgoso. Por último, el anaplásico representa el 18% de los casos, se presenta en mayores de 60 años y es el más agresivo y rápido en propagarse.

Tratamiento y pronóstico
Los nódulos malignos crecen muy lentamente en la mayoría de los casos. Su ubicación localizada permite optar por la cirugía para su tratamiento. Ésta operación, llamada tiroidectomía, extirpa total o parcialmente la glándula tiroides afectada. Luego, suele tratarse al paciente con yodo radiactivo para destruir posibles rastros de células malignas en zonas cercanas a los nódulos extraídos.
Debido a que la extirpación de la glándula viene seguida de una falta de hormonas tiroideas en la sangre, es indispensable que la persona operada realice una terapia de reemplazo hormonal permanente. Esta terapia tiene dos funciones: por un lado repone las hormonas que se han dejado de producir, evitando un hipotiroidismo. Por otro lado, evita la generación de gran cantidad de TSH, la hormona que estimula la tiroides y que puede favorecer la reaparición de glándulas cancerosas.
Luego de estas intervenciones, la persona puede llevar una vida absolutamente normal. Lo único importante es mantener los controles permanentes debido a que el cáncer puede reaparecer transcurrido los años. Estos controles son más estrictos durante los 5 primeros años y luego se van distanciando, sin embargo deben mantenerse los chequeos regulares ante la posibilidad de una reaparición del cáncer en la misma zona o en otra parte del cuerpo. Asimismo, debe procurarse una vida saludable con una buena alimentación y un control adecuado  del estrés. 

Fuentes: www.cancerdetiroides.com.ar; www.tuotromedico.com; www.entornomedico.org; www.cancer.org

 

HIPOTIROIDISMO CONGENITO

Actualmente, es obligatoria la realización del screening de hipotiroidismo congénito en los primeros días de vida del recién nacido, al punto de que es necesaria la constancia para poder inscribir al niño en el Registro Civil. Esto se debe a que, si bien la incidencia de la enfermedad es pequeña (se da en 1 de cada 3000 niños), sus efectos neurológicos son irreversibles.
Un hipotiroidismo congénito puede producirse por ausencia o falta de desarrollo de la tiroides, su destrucción, falta de estimulación de la glándula o por una síntesis defectuosa o anormal de las hormonas tiroideas.
Si la enfermedad no se detecta a tiempo y no se trata, sus daños más comunes implican retardo mental y en el crecimiento.
Por el contrario, los recién nacidos que son diagnosticados y tratados durante el primer mes o mes y medio de vida poseen un desarrollo normal.
 
 
 
 
 
 


 
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