Opiniones
“Decir lo que se piensa y hacer
lo que se dice”
“¿quién era ese dulce vagabundo ocupado a tiempo
completo en resolver fantasías?”
Este 14 de junio el Comandante Ernesto “Ché” Guevara cumple setenta
y nueve años. Para decirlo con sus propias palabras, pronunciadas
en un homenaje a Camilo Cienfuegos: “no me gusta intervenir en aniversarios
de los compañeros caídos, porque con el tiempo esto se vá
haciendo una costumbre, una efeméride..., pero, tratándose
de un gran revolucionario como Camilo, amerita hacerlo”.
Su propuesta: “Decir lo que se piensa y hacer lo que se dice”, expresa
sus valores de ética y moral combativa, su calidad de militante
que nunca eligió el camino más fácil, sino el camino
revolucionario para resolver cualquier objetivo, fuera éste grande
o pequeño. Por eso el pensamiento y la práctica del Ché
tienen absoluta vigencia y actualidad.
Su aguda visión de la lucha de clases le hizo encarnar con su
vida -ese es el ejemplo más duradero- una estrategia, un programa
y un estilo de lucha por el poder para construir una sociedad alternativa;
no sólo ni tanto por su crítica y su elaboración de
un socialismo que en nada se parece a las simplificaciones estatistas y
economicistas de la antigua Unión Soviética y el este europeo,
sino por el rol de las masas populares, quienes a la vez que transforman
las relaciones de propiedad se autotransforman, desalienándose y
construyendo el Hombre y la Mujer Nuevos, dando sentido y razón
a la lucha por el poder.
Otra contribución principal es el recuperar -como determinante-
la cuestión del factor subjetivo: acción conciente y organizada
de las masas populares, que cambian al mundo con la revolución,
sin esperar la “maduración gradual de las condiciones materiales
objetivas” como se justifica el posibilismo. Por eso los reformistas acusan
al Ché de “quijote” y “aventurero”. El demostró -sin ninguna
concesión al dogmatismo, al sectarismo ni a la adaptación
posibilista- que el desarrollo del factor subjetivo, esto es el rol conciente
de las masas, exaspera todas las contradicciones y acelera la maduración
de la situación revolucionaria, aún cuando la base material
-económica- no haya llegado al punto culminante de la crisis, como
lo confirmaron con su compañero de pensamiento y lucha, el Comandante
Fidel Castro.
Es actual y muy rico su aporte teórico. El marxismo concibe
a la teoría indisolublemente ligada a la capacidad de transformar,
enfoque antagónico a toda abstracción especulativa o vulgarización
repetitiva. De ahí su originalidad de concebir al marxismo con un
enfoque integral, regresándolo a su verdadero lugar: teoría
crítica del capitalismo y práctica revolucionaria creadora.
El Ché sale al encuentro de las visiones marxistas “oficiales”,
del teoricismo académico y de las autoproclamadas “vanguardias”,
que coinciden en privilegiar aspectos parciales, llevando, por uno u otro
camino, al predominio del fatalismo histórico, el cual refiere todo
el problema al mayor o menor desarrollo de la base material, del factor
objetivo.
Valoró el papel de la unidad de la izquierda, en el marco y
como parte de la unidad férrea del campo popular, entendiendo dicha
unidad como un gran aporte a lograr el ascenso de vastas masas a una política
propia, históricamente independiente y con una perspectiva explícita
de lucha por el poder: “...ahora, los explotados y vilipendiados del mundo
han dicho basta y han echado a andar”. Tuvo una firmeza intransigente acerca
de la necesidad histórica de un partido revolucionario de combate
para representar políticamente a los oprimidos, tomar todo el poder
del Estado y hacer la revolución para construir el socialismo, dando
a un lado las propuestas de solo “reconstruir el tejido social” y la prédica
del apoliticismo y la desorganización. Todo ello, junto a su internacionalismo
consecuente, expresado en Cuba, el Congo y otras geografías, y sintetizado
en sus planteos: “...luchar contra cualquier injusticia cometida contra
cualquiera en cualquier parte del mundo”, o “...crear uno, dos, tres, muchos
Vietnam”, son componentes de esa originalidad.
Ernesto Guevara elaboró un enfoque riguroso del antiimperialismo,
manifestado, por ejemplo, en su actuación en la Conferencia de Punta
del Este, donde hizo una crítica demoledora a la llamada “Alianza
para el Progreso”, -“para el regreso” la bautizó- que inventó
el imperialismo yanqui como maquillaje de la dependencia e intento de llevar
las luchas populares a un camino sin salida. Igualmente lo expresó
con claridad meridiana en el discurso de Argel, el 24 de febrero de 1965:
“Desde que los capitales monopolistas se apoderaron del mundo, han mantenido
en la pobreza a la mayoría de la humanidad, repartiéndose
las ganancias entre el grupo de los países más fuertes. El
nivel de vida de esos países está basado en la miseria de
los nuestros; para elevar el nivel de vida de los pueblos subdesarrollados
hay que luchar, pues, contra el imperialismo. Y cada vez que un país
se desgaja del árbol imperialista, se está ganando no solo
una batalla parcial contra el enemigo fundamental, sino también
contribuyendo a su real debilitamiento y dando un paso hacia la victoria
definitiva”. Hoy, con la mundialización irrestricta de la circulación
del capital financiero especulativo, pomposamente llamada “globalización”
-que pretende justificar la extracción ampliada de plusvalía
laboral y nacional a los pueblos, además de depredar el medioambiente
planetario- estas caracterizaciones que hizo el Ché son aún
más vigentes que en 1965.
El Ché es un referente indiscutido de los pueblos. Lo es por
su pensamiento y acción y por su mística, que lo llevó
a anidar en el corazón de vastas masas como mito laico moderno,
lo que fortalece la subjetividad y la confianza en la lucha, además
de humanizar la acción política y derrotar los antivalores
posmodernos que aíslan y achatan a las personas.
Porque era un revolucionario cabal se hizo marxista. Porque dominó
en profundidad al marxismo, y lo innovó, se pulió como revolucionario
íntegro. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el guevarismo
es una muy sólida base para el desarrollo creativo del marxismo
en el siglo 21.
Los luchadores de hoy nos esforzamos porque el Ché, como guía,
presida nuestra militancia cotidiana a partir de nuestra más firme
aspiración a seguir su ejemplo, a emularlo en la lucha política-ideológica
y a construirnos a la altura de revolucionarios que él reclamaba. |
Fernandez, Carolina Soledad. Facultad de Ciencias
Humanas. Profesorado. Cs. Juridicas, Políticas y Sociales.Movimiento
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