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Opinion
Alejandro Katz, editor: “Se piensa que la lectura pertenece al pasado y se actúa en consonancia: no leyendo”
 
Lo que sigue es un extracto de la entrevista que Verónica Castro le hizo  recientemente en Educ.ar.

Alejandro Katz se ha especializado en la problemática de las industrias culturales, particularmente de la industria editorial. En virtud de ello hoy dirige Katz Editores, un sello editorial que lleva su nombre. 
En diálogo con educ.ar, Katz (que reparte su tiempo entre Madrid y Buenos Aires, donde el sello tiene sus sedes) nos cuenta cómo lleva adelante su editorial, cuyos primeros libros llegaron a las librerías en abril de 2006 y que mantienen una línea seria y rigurosa de ensayo y debate intelectual. 
Ante la pregunta sobre si proyectos de este tipo –aunque importantes por su valor intelectual– pueden remar a contracorriente de las tendencias marcadas por el marketing y el bestsellerismo, Katz se muestra muy seguro de su apuesta: la coherencia y la calidad de su catálogo. 
Otras expresiones de Katz, a continuación: 
—El editor, según lo definió en alguna ocasión Javier Pradera –uno de los más grandes editores de nuestro idioma- es un vampiro. Y, como tal, se nutre de sangres diversas, sangres de temperaturas distintas, con variadas composiciones químicas –incluso, en ocasiones, de sangres infectadas: ¡Dios nos libre!-. Así las cosas, las fuentes son las que usted menciona y muchas otras: notas al pie de página, menciones en obras ajenas, charlas informales y formales, comentarios de libreros y lectores, recomendaciones de autores y periodistas –especializados o no-, y, por supuesto, algunas otras cuyo origen y modo de funcionamiento conviene mantener bajo una tenue sombra puesto que constituyen, como se dice habitualmente, ventajas competitivas. Por lo demás, debe decirse que esta información está disponible de modos relativamente sencillos y razonablemente económicos. 

—No soy un experto en políticas de promoción del libro y de la lectura: soy simplemente un editor y, por tanto, lo que puedo decir está antes en el terreno de la opinión que en el del conocimiento. Hecha la advertencia, comenzaré mencionando un dato que conocí hace poco (en un libro que estamos distribuyendo en estos días: Identidad y violencia, del Premio Nobel Amartya Sen): en las primeras décadas del siglo pasado, Japón dedicaba a la educación aproximadamente el 40% del Producto Bruto Nacional. Luego, pasada la mitad del siglo XX, se hablaba del “milagro japonés”, y un economista de gran prestigio publicó un artículo, que fue famoso, en el que tipificaba cuatro modelos de desarrollo económico: el de los países desarrollados, el de los países subdesarrollados, el de Japón y el de Argentina. Japón, decía allí, es notable porque sin tener nada lo hace todo, y Argentina es notable porque teniéndolo todo no hace nada. Lo curioso, y Sen –sin comparar con la Argentina, lo analiza muy claramente- es que no existen los milagros: existe la asignación de recursos. 

-No creo que Internet sea una herramienta para la difusión del libro y la lectura. Sí creo que es una herramienta fundamental para optimizar el acceso a los contenidos: es la más notable mejora en la relación input/output que haya ocurrido jamás, sin duda, y ello permite que quien tiene los incentivos adecuados para buscar conocimiento encuentre con la mejor economía de recursos las alternativas disponibles; eso, claramente, no significa que Internet pueda “producir” lectores. 
 

Fuente: sitio educativo www.educ.ar


 
 
 
 
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