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Un día como hoy, hace once años, la tragedia

Hubo un acto y una misa en recuerdo de las seis personas que murieron por la explosión de la Planta Piloto

05 de Diciembre de 2018 - La necesidad de recordar lo acaecido y de trabajar para evitar su repetición signaron el acto por el undécimo aniversario de la tragedia del miércoles 5 de diciembre de 2007, cuando la explosión de la Planta Piloto que causó la muerte de los docentes Gladys Baralla, Damián Cardarelli, Liliana Giacomelli, Miguel Mattea, Carlos Ravera y el estudiante Juan Politano. A la placa con sus nombres que se descubrió este año se suman en el lugar, frente a la ex Planta Piloto, un olivo como símbolo de paz y una fuente de agua continua que hidrata y apaga el fuego.

Hubo un minuto de silencio por los seis fallecidos antes del Hallelujah de Leonard Cohen que interpretaron cantantes del Coro de la Universidad acompañadas desde el órgano por su directora, Verónica Baldassarre.

Tras las palabras que dirigieron Elena Berruti, Guillermo Ashworth, Osvaldo Simone y Claudio Ceballos, en el anfiteatro 1 del pabellón 2 empezó una misa a cargo del sacerdote Carlos Juncos.

El acto contó con la presencia de familiares, amigos, compañeros de los muertos, y allegados que totalizaron alrededor de 200 personas, varias de las cuales depositaron claveles blancos y rojos en la puerta de la vieja Planta Piloto. Estuvieron el rector y el vicerrector de la UNRC, Roberto Rovere y Jorge González, así como el ex rector Marcelo Ruiz, secretarios de rectorado y autoridades de facultades.

La profesora Elena Berruti pidió que cada 5 de diciembre sea “no solo” una de las efemérides universitarias, ni un casillero en la primera semana del último mes. Otra de sus consideraciones fue la necesidad de llamar a los hechos por su nombre y entonces dejar de hablar de “desgracia” o “accidente” para referir a lo acontecido hace 11 años. Compartió su deseo de bregar para que fracase la obra del tiempo, “que diluye sensaciones y sentimientos” y luchar para “que no ganen el olvido ni la anestesia” que suele adormecer conciencias.

“Once años transcurridos, ¿qué aprendimos de aquel 5 de diciembre?”, preguntó Berruti. Apuntó la relevancia de lo plural por cuanto “la explosión, con diferentes dimensiones de dolor, “nos pasó a todas y todos como colectivo universitario”. Otro de sus interrogantes fue “qué y quiénes somos en nuestras prácticas” universitarias” y en “nuestros vínculos con la otra y el otro”.

Berruti reclamó que “nunca más” haya “un muerto en el lugar de trabajo” y convocó a seguir afanosamente en la defensa de la “universidad pública” en tiempos de “brutal retiro del Estado”, durante un 2018 “que duele por todos lados” con “precarización de trabajo para quienes tenemos trabajo”.

La docente de Ciencias Humanas citó a Vicente Zito Lema, Doctor Honoris Causa de la UNRC que, entrevistado por la Universidad Nacional de Avellaneda, aseveró que “lo bello y lo justo pueden ser posibles en este mundo”. Para eso es menester, entre otras cuestiones, cultivar una “aguda formación crítica” y “capacitación para sentir como propio el dolor ajeno”, uno de cuyos efectos será la formación profesional no anclada en el éxito sino en el desempeño basado en “lazos amorosos” en aras a una mejor sociedad.

“No los olvidamos, no nos olvidamos”, dijo Berruti en el cierre, a modo de síntesis de la memoria respecto del hecho y de los muertos a raíz del 5 de diciembre de 2007 en el campus.

Guillermo Ashworth, secretario general de la Asociación Gremial Docente de la UNRC, coincidió en que corresponde “evitar la muerte en los lugares de trabajo” y lamentó que en 2018 se hayan registrado en la Argentina “700 muertes” de esta índole, un “10 por ciento más” que el año anterior. La ecuación es sencilla: “Más precarización y ajuste” deparan que “se relajen los mecanismos de control y prevención”.

“Las organizaciones gremiales tienen que pelear para que esto no ocurra nunca más”, manifestó y, a la par de la tragedia de Planta Piloto, recordó a los fallecidos en el submarino ARA San Juan, luctuosos hechos “evitables”.

Después de señalar que “es una obligación institucional” arbitrar los mecanismos para que las personas no se topen con la muerte en sus ámbitos labores, transmitió cariños a los familiares y el apoyo del gremio, “que siempre está a su lado”.

Uno de los familiares que aceptó el micrófono para compartir un mensaje fue Osvaldo Simone, viudo de Gladys Baralla. Emocionado, concluyó diciendo que “no debe haber tarea más importante que cuidar la vida”. Consignó que las instituciones existen a través del esfuerzo de sus personas, si no son “una entelequia”. Convocó a “que renovemos cada año” este encuentro y agradeció los símbolos del olivo y el agua, además del acto, pues mantienen viva la memoria.

Claudio Ceballos, viudo de Liliana Giacomelli, dijo que el asueto académico administrativo que cada 5 de diciembre hay de 10 a 13 no debe ser visto como un día de examen u horas de trabajo que se pierden. Es un tiempo de siembra para cosechar una recordación trascendente y reflexiva. “Que no haya olvido”, expresó y convidó a “un trabajo continuo” para preservar la memoria durante los 365 días que faltan hasta la próxima conmemoración.

Fotos: Adriana Moyetta. AGD UNRC.

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