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Recordatorio

Trágicas explosiones: doce años de memoria viva para evocar a los seis muertos de la planta piloto

05 de Diciembre de 2019 - La ceremonia fue en el mismo espacio que se transformó en el escenario de la peor catástrofe de la historia de la UNRC

Como cada 5 de diciembre, el campus se llenó de silencio pasadas las 10 de la mañana. Frente a la vieja planta piloto de Ingeniería, donde ocurrieron las trágicas explosiones de 2007, se rindió homenaje al alumno Juan Politano y los docentes investigadores Miguel Mattea, Carlos Ravera, Gladys Baralla, Damián Cardarelli, y Liliana Giacomelli, quienes fueron fatalmente alcanzados por aquel incendio.

Un importante marco de público se dio cita en el lugar. Estuvieron los familiares de las víctimas, que aún no pueden reprimir sus lágrimas; sus compañeros de trabajo, autoridades universitarias, docentes, estudiantes y nodocentes.

La organización estuvo centralmente comandada por la Asociación Gremial Docente, cuyos directivos esta vez prefirieron dejar de lado las palabras del decir duro de los discursos institucionales y políticos, para abrirse camino de la mano de la expresión poética.

Hubo asueto administrativo y académico entre las 10 y las 13. La ceremonia comenzó a las 10,20 con un minuto de silencio. Luego siguió el tradicional ritual de dejar claveles rojos y blanco frente a la puerta de entrada a la vieja planta piloto. Y el primero en hablar fue el secretario general de la Asociación Gremial Docente, Guillermo Ashworth, quien valoró actos como los que se realizan cada 5 de diciembre ya que hacen “que la memoria continúe para que nunca más existan accidentes en lugares de trabajo”. Dijo: “Es importante que haya hoy mucha gente acá. Hay muchos jóvenes que en esa época ni siquiera estaban en la Universidad. Justamente es esto: no los olvidamos, no nos olvidamos”.

Seguidamente, habló la secretaria de Comunicación y Relaciones Institucionales del gremio docente, Adriana Moyetta, quien comenzó su alocución con una poesía que se llama Las Cicatrices, de la autora colombiana Piedad Bonett: No hay cicatriz, por brutal que parezca, / que no encierre belleza./ Una historia puntual se cuenta en ella,/algún dolor. Pero también su fin./ Las cicatrices, pues, son las costuras/ de la memoria, un remate imperfecto que nos sana/ dañándonos. La forma que el tiempo encuentra/ de que nunca olvidemos las heridas.

Tras la lectura de esta poesía, la profesora Moyetta expresó que “el olvido no es opción” y “la indiferencia no es una posibilidad”. Recordó a “Juan, Liliana, Gladys, Damián, Carlos y Miguel” y dijo: “A 12 años, no los olvidamos, no nos olvidamos”, además de coincidir en una consigna que antes había manifestado su colega Guillermo Ashworth: “Volvemos a decir ‘nunca más muerte en los lugares de trabajo’”.

La dirigente indicó: “Eso. Que sea la memoria. Con sus costuras, con sus imperfecciones, con sus cicatrices, con su brutalidad. Que siempre sea la memoria la que nos reúna y convoque. Que sea la memoria. El recuerdo, el homenaje, la evocación. Incluso, a sabiendas de que duele. Que sea la memoria la que nos traiga aquí y nos movilice a estar juntas y juntos para encontrarnos cada año. Que sea la memoria. Porque el olvido nos opción. Porque la indiferencia no es una posibilidad. Porque nuestras y nuestros seis compañeros reclaman presencia y corazón. Que sea la memoria. Que sea la cicatriz la que permita hacer del dolor la belleza de este encuentro…”.

A continuación, se acercaron al micrófono el cantor y poeta local Miguel Ángel Toledo y el escritor y docente universitario Marcelo Fagiano.

El cantautor Miguel Ángel Toledo recitó, entre otras, la poesía “Los niños”, de Hamlet Lima Quintana: Los niños tienen el más antiguo/ conocimiento de la sangre./ Pueden hacer una flor con sus sentidos/ y diagramar un sueño/ cuando nosotros diagramamos la mentira./ Juegan a la verdad como quien juega con el fuego,/ sólo que ellos no se queman las manos/ y andan desocupados de la muerte/ de tan ocupados que andan por hacer la vida./ A veces se distraen, pierden el tiempo,/ se aventuran por caminos que se inventan/ y que no van a ningún lado,/ porque ellos saben que esos caminos/ están, precisamente, para perder el tiempo/ y no para llegar a otra comarca./ Pero lo más hermoso de los niños/ es que, también a veces, nos miran con ternura/ y con el más antiguo conocimiento de la sangre,/ se ponen a cantar y nos perdonan.

A su turno el ex vicedecano de Exactas, Fagiano leyó su poesía bella y conmovedora, titulada 5 de diciembre de 2007. “Suspira la memoria/ en nubarrones de recuerdos/ truenos y estallidos en las mentes/ como en aquella mañana de sol/ que hoy de nuevo nos convoca:/ un estruendo desnuda lo callado/ lo oculto lo secreto lo prohibido/ una mañana de sol/ carcomida por la muerte en el trabajo.

Suenan los timbales del hexano/ clandestino en el recuerdo/ se detiene el reloj/ universitario y público del campus/ muere un estudiante/ cinco compañeros de trabajo.

¡Explosión en la planta piloto!

A escasos metros del jardín maternal/ trece tambores cargados de espanto:/ se detiene el reloj/ universitario y público en el campus/ corazones y muchos sueños.

Torbellinos de palabras/ persisten atascados/ en el embudo de la voz/ no pasan/ no se pueden tragar/ sí nombrarlos:/ hexano con seis átomos de carbono/ hidrocarburo con seis ausencias vitales/ amontonado en las tinieblas del pensamiento.

Los expedientes se cierran/ se archivan/ los juicios comienzan y terminan.

¿Quedan abiertas las conciencias goteando sobre un charco sin respuestas?

Grito ¡Juan! ¡Gladys! ¡Damián! ¡Liliana! ¡Carlos! ¡Miguel!

Los ecos desatados en sus cuerpos/ no suavizan aún/ los colores finales de aquel destierro/ sí alcanzan sus aleteos e inevitables resonancias.

Será imprescindible/ construir fortalezas/ con ramilletes de abrazos/ y agitar a los cuatro vientos/ sin descanso los molinos de la memoria”.

Finalizado el acto frente al edificio siniestrado, hubo una misa en las Residencias Estudiantiles Universitarias, donde hace dos años se hizo un monolito que da nombre a ese sitio, que, desde entonces se llama Juan Andrés Politano, el alumno que murió en la explosión de la planta piloto, oriundo de Jovita, que al momento de producirse las explosiones en la Universidad en 2007 cursaba la carrera de Ingeniería Química. Tenía 22 años. El recordado joven fue la primera víctima fatal.

Reflexión, memoria y análisis

El secretario general de la Universidad, Enrique Bérgamo, señaló que la conmemoración que se llevó a cabo frente a la Planta Piloto en la que acaecieron las explosiones propende a la “reflexión, la rememoración y el análisis” en un acto “muy sensible para familiares y compañeros” de los seis muertos.

Bérgamo sostuvo que doce años después sigue una “herida abierta en relación entre personas que eran compañeros, amigos y quedaron de dos lados”, pese a que opinó que se trata de “una situación que tiene solamente víctimas”.

En otro tramo de su diálogo con medios periodísticos, el secretario general de la UNRC invitó a que “la comunidad se acerque a leer” material relativo a las explosiones en pos de “saber todo lo que pasó”, independientemente de que la Justicia ya haya archivado el caso.

Asimismo, informó que el rector y el vicerrector no participaron del acto a raíz de que estaban saliendo a media mañana desde Buenos Aires, adonde habían viajado a realizar gestiones universitarias.

Consultado por un reclamo de cercanía formulado por Mariano Politano, hermano de Juan, estudiante muerto por las explosiones, aseveró que autoridades rectorales se reunieron en varias oportunidades con sus padres.

El secretario general de la Asociación Gremial Docente, Guillermo Ashworth, valoró actos como los que se hacen cada 5 de diciembre ya que hacen “que la memoria continúe para que nunca más existan accidentes en lugares de trabajo”.

“Un día muy especial”

Héctor Politano, padre de Juan, dijo: “Es un día muy especial. Es triste. Me trae recuerdo de lo que pasó -llora-, de lo que estaba haciendo ese día”. Y siguió -más repuesto emocionalmente- venimos a recodarlo. A recodar ese hecho. Y eso es importante. No lloro todos los días, pero hoy es un día muy especial para mí”.

“Todos los días lo recuerdo -a Juan-. Me acuerdo de sus anécdotas, me río de las cosas que él decía o hacía. Pero, hoy es un día de dolor”, señaló. A la vez que agregó que la Universidad “era todo” para su hijo.

La mamá del estudiante fallecido, Adriana Siccardi, agregó: “Era su segundo hogar. Yo no pude venir a la Universidad; la descubrí con él, que era mi hijo mayor. Cuando vine la primera vez, lo primero que me mostró fue la planta piloto… él me decía esto es nuestro, es de los químicos”. “Desde el primer momento que el pisó en la Universidad él la amó con todo su corazón. Él dejó de hacer muchas cosas por trabajar, eso lo llevó a estar en este proyecto, que le costó la vida, pero él era feliz, él logró llegar a donde él se propuso el primer día. Dios lo dejó llegar a su castillo y se lo llevó de vuelta”.

A su turno, el diálogo con los medios de prensa, el profesor universitario Claudio Ceballos, viudo de Liliana Giacomelli, dijo: “Es un momento de reencuentro para aprender esto del tiempo y de las cosas que nos van pasando y cómo hacer para que no pasen más”. Agregó que con la Universidad se ha avanzado en el diálogo. “Lo estamos construyendo”, señaló. Y acotó: “Es una situación muy compleja. Y a esa complejidad la tenemos que ir abordando día a día”.

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