El juego pedagógico
es un texto querido que vengo utilizando desde hace años en distintos
países y con grupos de educación formal y no formal. Nació
de una experiencia y ha sido útil para alimentar otras, que así
avanza también nuestra práctica. Lo transcribo sin más.
En marzo
de 1990 trabajamos siete días en un taller de planificación
y análisis de mensajes con representantes de instituciones dedicadas
a la mujer rural en países de América Central. El primer
día fue un encuentro tan claro que decidimos movernos en dos planos
de análisis: el de los temas previstos para el taller y el del juego
pedagógico. Cada día reflexionamos sobre lo hecho y vivido
y fuimos construyendo un documento que llamamos precisamente el juego pedagógico.
Veamos algunos de sus elementos.
Pocos conceptos, con
mayor profundización
Reconocemos en no pocas
experiencias educativas un anhelo por dejar muchos conceptos, como si la
apropiación de un área temática fuera equivalente
a la cantidad de información. Preferimos un avance más en
profundidad, una real discusión de cada uno de los conceptos.
Utilidad de conceptos,
métodos y técnicas
Durante el proceso es importante
reflexionar sobre el valor que conceptos, métodos y técnicas
tienen para los participantes. Y el mejor parámetro sigue siendo
el de la experiencia de éstos, el de sus necesidades en el trabajo
cotidiano. Además, la reflexión permite recoger y sistematizar
todos esos elementos.
Los acuerdos mínimos
En un intento por no forzar
a nadie es posible avanzar por acuerdos mínimos entre los participantes
de un proceso educativo. Dichos acuerdos giran entorno a la interpretación
de experiencias y al valor de conceptos, métodos y técnicas
para la práctica cotidiana. Posibilitan, por lo tanto, la construcción
de conocimientos.
La educación no
es solo un problema de contenidos
En pedagogía puede
decirse que la teoría es el método. Aun cuando se cuente
con valiosos contenidos, sino se los pone en juego dentro de un método
rico en expresión y comunicación no se llega muy lejos.
Construir el
texto
Los textos son apoyos para
el trabajo, no hacen por sí solos el acto pedagógico. Los
textos son iluminados desde la experiencia de la gente y en este sentido
todo proceso es de construcción del texto y no de simple aceptación.
La expresión
Cuando hablamos de expresión
nos referimos no solo a la verbal, sino también a las imágenes,
al cuerpo, al espacio. Un proceso pedagógico centrado en la expresión
de una sola persona (el docente) deja de lado toda la riqueza del resto
de los participantes. Cada sesión puede abrir camino a diferentes
formas de expresión de todos y cada uno de los seres involucrados.
Lo lúdico, la alegría
de construir
En tanto momento de encuentro,
de trabajo en común, un proceso pedagógico da lugar a lo
lúdico, a la alegría de construir experiencias y conceptos.
No creemos en la pretendida seriedad de la educación, cuando se
la confunde con una rígida presentación de teorías
ya armadas, como un conjunto de datos por transmitir.
Saber esperar
Un proceso educativo constituye
una puesta en común de experiencias y conceptos. Una puesta en común
va ligada siempre a la capacidad de esperar a los demás, de respetar
sus ritmos de aprendizaje.
No forzar a nadie
La violencia y la educación
constituyen extremos imposibles de conciliar. Se ejerce violencia cuando
son impuestos conceptos, métodos y técnicas destinadas sólo
a cumplir con los propósitos de la institución y del educador.
Partir siempre del otro
Partir siempre de las experiencias,
expectativas, creencias, rutinas, sueños de los demás. Es
ese el punto de inicio de todo proceso pedagógico, y no una propuesta
pedagógica que vendría a iluminar la práctica.
Compartir, no invadir
Un acto pedagógico
se funda en el respeto, la tolerancia y el reconocimiento de las especificas
características de todos y cada uno de los participantes. Así,
se va logrando siempre un grado de intimidad, pero fundada en el compartir
y en el reconocimiento de las diferencias.
El sentir y el aprender
“Lo que no se hace sentir
no se entiende, decía don Simón Rodríguez, y lo que
no se entiende no interesa.”
La creatividad
Todo acto pedagógico
puede abrir espacios a la creatividad, con lo que ésta conlleva
de capacidad de descubrir y de maravillarnos.
Todo aprendizaje es un
interaprendizaje
La frase fue acuñada
por don Simón Rodríguez. La clave pasa por lo compartido,
por lo que puede ser aprendido de los demás. Resulta imposible el
interaprendizaje si se parte de una descalificación de los otros.
Es imposible aprender de alguien en quien no se cree.
Trabajar intensamente,
pero sin tensiones
Cuando los participantes
comparten horas de labor es imposible avanzar si se ha impuesto un ritmo
neurótico o se ha creado un ambiente de antagonismo. Se logra mucho
más sobre la base del encuentro y del compañerismo.
No hay prisa
Reconocer en muchas experiencias
educativas la neurosis del corto plazo; todo está planificado de
manera de acumular datos a marchas forzadas. Un sistema semejante busca
productos y no procesos, cierra los caminos a la reflexión y al
compartir.
El ambiente educativo
El trabajo educativo requiere
de una atmósfera propicia, capaz de facilitar los espacios para
la comunicación. Un espacio pedagógico se construye. Construirlo
significa progresar en la mutua comprensión, en ese proceso de entreaprendernos,
al que aludía don Simón Rodríguez.
Todo acto pedagógico
da lugara lo imprevisible
Cuando se parte de la experiencia
de los participantes no es posible preverlo todo, planificar hasta los
más mínimos detalles. Hay temas nacidos sobre la marcha,
conceptos nuevos, experiencias capaces de iluminar todo un ámbito
de problemas.
(*) Dr. Daniel Prieto
Castillo
U.N. Cuyo - Mendoza
U.N. La Plata - Buenos
Aires
|