Partir de una Filosofía de hombre democrático es formar ciudadanos instituyentes de paz, 
por eso el objetivo es educar para la paz entiempos de guerra.
En países donde está la guerra, la paz debe llevar ventajas.
En otros, como los nuestros, en que la guerra no está declarada, 
pero hay situaciones como la discriminación, la mortalidad infantil, la desnutrición, la falta de vivienda, la violencia, el consumismo, la explotación, nos llevan a la necesidad de crear espacios de reflexión y de práctica para la búsqueda de la paz. Esto exige apoyarse en fines y valores totalmente diferentes y a una voluntad común de cambio.
 
Para el oprimido la lucha para la  paz pasa por una justicia social. Entonces es la búsqueda de la tolerancia y el pluralismo. Ser pluralista significa dialogar con todos y desde distintas posiciones. Ser pluralista es ser tolerante, descubrir y respetar las diferencias. Entender desde una perspectiva armónica y progresiva desde lo individual y particular nos debe llevar a un colectivo universal. 
Pero también exige ser promotor de utopías. 
No es una obra de soñadores . . . 
Si consideramos la historia de la utopía, sería una larga sucesión de fracasos, ya que ella nunca a podido realizar la sociedad con que soñaba. 
Pero esa historia tiene éxitos, si se tienen en cuenta las realizaciones que la utopía ha inspirado. Más que un instrumento sería uno de los motores de la acción. Porque da un horizonte nuevo al desarrollo social, tiene el poder de poner nuevamente en marcha a la historia. 
Si la historia es posible, es porque la verdad del hombre y de la sociedad siempre está buscando otra cosa, que todavía no existe y que no es posible encontrar gracias a la mera extrapolación mejorada de la situación existente. 
¿Cómo educar para preparar a las nuevas generaciones para un futuro mejor cuando la mayoría considera que no habrá ningún futuro? 
¿La educación ofrece a niños y jóvenes valores y responsabilidades para participar del mundo o apenas da entrenamiento en aptitudes básicas? 
¿La educación como parte del proceso civilizatorio considera la búsqueda de identidades, a los fines de no quedar perdidos en una gran indefinición y ser preso de la masa consumista? 
¿La educación ofrece buenas razones para vivir y mantener esperanzas? 
La educación, dado que es esencialmente un movimiento de totalización o de realización del hombre, debe alimentarse de utopías.  
Sólo la utopía parece capaz de hacerla salir del ciclo generador de estereotipos. Un enfoque utópico de la educación parece tan esencial como un enfoque de tipo científico.  
Es muy probable que la educación del mañana sea el resultado de un estrecho contacto entre la razón y la imaginación, entre la racionalidad y la sensibilidad. Unir la racionalidad y la sensibilidad es comprender la globalidad, además de comenzar a ser protagónicos.  
Por otro lado, para inventar nuevos modelos, mejor adaptados a las necesidades cambiantes del individuo y de la sociedad. 
Para ello, serán necesarios educadores con metodologías que le otorguen mayor autonomía profesional. 
Educadores con ideales que se planteen nuevos posicionamientos:  
-La educación como perspectiva de nuevos horizontes. 
-La educación como afirmación de identidades. 
-La educación como afirmación de valores culturales. 
-La  enseñanza como democratizadora del saber. 
-El alumno y el docente como protagonistas. 
Todas estas posibilidades estarán supeditadas a los instrumentos metodológicos que permitan concretizar o no tantas expectativas y esperanzas. . .  
Si educar es comprender el mundo, ningún cambio será viable, ni parece posible sin la paz ni la utopía. 

(*) Prof. Gloria Rotelli      
Planeamiento Institucional de los Aprendizajes            
Dpto. de Ciencias de la Educación                                    
Facultad de Ciencias Humanas - UNRC                                                                 Directora Jardín de Infantes "Rosario Vera Peñaloza" - UNRC