Pensar una Pedagogía en perspectiva posmoderna nos lleva a considerar los aportes de los estudios culturales, de los estudios sobre identidad, multiculturalismo,  pedagogía crítica de la representación, por mencionar algunas líneas de pensamiento que se destacan actualmente. 
En esta perspectiva posmoderna la pedagogía se constituye fundamentalmente por el atravesamiento de dos conceptos clave: posmodernidad y estudios culturales. 

Cuando hablamos de posmodernidad debemos reconocer que las manifestaciones iniciales de esta “reorientación” cultural aparecieron en la arquitectura, con un estilo caracterizado por la fragmentación, el collage,  el eclectismo. Podríamos decir que el arte y la arquitectura no son, seguramente,  candidatos a ejercer una influencia “directa” en el campo de la educación, pero sí debemos reconocer que se constituyeron en manifestaciones de tendencias que tienen paralelos en otras esferas sociales, como la que nos interesa aquí: la educación, la pedagogía y los ámbitos de saber que se abren a partir de ella y con ella. 
 La mirada  posmoderna  disuelve la tradición pedagógica de esencializar el sujeto histórico, para destacar las diversidades y diferencias en las experiencias históricas de los sujetos. Desde este punto de vista, se  considera  que el sujeto  no es único, centrado, homogéneo culturalmente, sino que hay diversidad de sujetos, cada uno con sus motivaciones, intereses, necesidades, pero también con rasgos de etnia, religión, género, raza. El sentido de la educación, de las propuestas pedagógicas como narrativas o “grandes relatos” construídos para efectos de homogeneización social, individual, cultural es, en la perspectiva posmoderna,  subvertido a través de la desnaturalización de nociones que daban sentido a la metafísica occidental, como verdad, significado, subjetividad.  
No resulta simple para el educador pensar  cuestiones que  atañen a la educación desde esta perspectiva posmoderna.  Y ésto es reconocido por diversos autores “posmodernos” que reconcen  Cuántas  resistencias se producirían en el  campo de la educación si los/las profesore/as no hablaran más de categorías como “inteligencia” de los alumnos, objetivos, atención, motivación!   
 Conocemos la gran atención que desde una visión moderna de la educación se da a los procesos cognitivos, a la esencia racional del hombre, pues se trata de formar seres humanos que tienen que vivir para conocer y no que tienen que conocer para poder  vivir. Los estudios de Psicología, que derivaron fuertemente para la Psicología del aprendizaje y para la Didáctica, permitian revelar aspectos fundamentales de la naturaleza humana: el sujeto podía conocerse a si mismo, racionalizar sus comportamientos para buscar ser “estable”, hacerse “reconocible” y, de esta manera, el/la profesor/a podía “seguir” sin grandes dificultades el recorrido del aprendizaje de los/as estudiantes. 
Esta gran narrativa o gran relato, como es considerado desde el enfoque posmoderno, se desnaturaliza pues las cosas dejan de ser vistas como estando “allá afuera” del sujeto pues ellas son productos de nuestras perspectivas particulares. En otras palabras, el sujeto existe en un estado de contínua reconstrucción, las esencias son colocadas en tela de juicio y así se subvierte aquello que  parecía justo, correcto desde la perspectiva moderna de la educación.  
El ser pos-moderno es un nómada inquieto, según Obiols. Consideramos que esta frase abraza las diversas cuestiones de identidad  que  tratan  los Estudios Culturales. El término “nómada” va al encuentro de la perspectiva pos-moderna de (re)construcción permanente, no estática, sujeto nómada que no se amarra  a  esquemas de conducta, a una manera de ser, a un lugar social. La perspectiva de  nómada poco o (casi) nada  ha sido considerada en el enfoque de la modernidad. 
¿Cómo es posible para  los/as educadores/as tratar  con esas concepciones de sujeto?  Aquí es necesario reconocer que el/la estudiante es un nómada inquieto. En esta instancia consideramos importante  destacar el interesante artículo “Alienígenas na sala de aula” de Green & Bigum, (1995) que, desde la perspectiva de los Estudios Culturales posestructuralistas refleja la relación profesor/a-estudiante en la cual el/la profesor/a es visto/a como un tipo de cyborg  y los/as estudiantes como otro tipo de cyborg, ambos inmersos en una cultura posmoderna. Quién es el alienígena? Seguramente somos nosotros los/las educadores/as quienes no conseguimos  acompañar, “captar”  la manera como se construyen las identidades juveniles. No olvidemos  que el/la estudiante es un/a “nómada inquieto/a” que efectivamente  “toma la forma” de los cambios tecno-culturales. 
 El/la futuro/a profesor/a que actualmente estamos preparando en la Universidad se encontrará, probablemente, con un papel bastante desconocido por las perpectivas pedagógicas modernas: ser una especie de animador cultural.  Deberá “enfrentar” una sala de clase con estudiantes cuya atención dispersa apunta a mapear  casi simultáneamente lo que se habla en el aula, lo que comentan sus colegas e inclusive una música  del walkman    
Qué significa esta nueva mirada de cuestiones pedagógicas? Sin duda alguna,  no nos hacemos eco del anuncio sobre “la muerte de la pedagogía” pero sí valorizamos esta nueva mirada como otra posibilidad de analizar el controvertido campo de la pedagogía.  

(*) MSc. Gladys B. Morales   
Dpto. de Lenguas.                                                                                  
Facultad de Ciencias Humanas - UNRC 
(*) Lic. Martha Villa 
Dpto. de Filosofia.                                                                      
Facultad de Ciencias Humanas - UNRC