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Me imagino una existencia
más dura, con menos espacio para el
gozo, para el placer.
Me imagino a la gente más atemorizada, más encerrada en su
casa. Me imagino a la clase media -la clase media ya prácticamente
renunció a habitar la ciudad, la clase media transita en sus vehículos
por la ciudad, pero no vive la ciudad-.
Me da mucha lástima porque
casi todos mis amigos son de clase media yo me doy cuenta de que viven
en su carro y en su casa y en su oficina, pero la ciudad nadie la vive,
nadie vive en la ciudad. Salvo los sectores de clase media baja,
los sectores populares, ellos son los dueños de la ciudad y ese
es otro rasgo de San José que yo, en lo personal, encuentro muy
disfrutable de la ciudad.
Entonces, imagino una ciudad
más atomizada, más segmentada, más contaminada también.
Espero que haya todavía algunos parques grandes, confío totalmente
en que seguirán existiendo los parques. Imagino que las montañas
todavía van a estar ahí, eso me da tranquilidad. Quisiera
imaginar una ciudad donde los ríos hubieran sido recuperados y las
cuencas de los ríos, los ríos de San José, que son
tantos; sobre todo el María Aguilar, el río Torres
y el Virilla, que es un poco más lejano, y que justamente fueran
zonas de tránsito, peatonales, donde la gente caminara más.
Me encantaría que hubiera un sistema de transporte colectivo que
permitiera a los sectores que han renunciado y que consideran indispensable
tener un carro o un vehículo propio, lo tuvieran, que les permitiera
sumarse a la experiencia ciudadana; porque insisto en la cuestión
de la ciudad y de la ciudadanía; una experiencia ciudadana
del transporte colectivo, por ejemplo, que son cosas pequeñas, muy
pequeñas. Es muy diferente la experiencia de transitar, de
atravesar la ciudad montado en un bus con un desconocido o una desconocida
al lado, que hacerlo en un automóvil, con las ventanas cerradas,
oyendo la música que vos escogiste, etc.
(*) por
R o d r i g o S o t o
Escritor
costarricense |
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