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“TRATA DE NO SENTIRTE
EXTRAÑO EN NINGUNA PARTE DEL MUNDO. EN TUS PENSAMIENTOS, EN TUS
DESEOS Y EN TUS ACCIONES ESFUÉRZATE POR SER VERDADERAMENTE MAGNANIMO”
Mons. Helder Camara.
La Inmigración
es un fenómeno económico y social que acompaña la
historia de Italia desde la formación del Estado hasta nuestros
días. Los emigrantes eran campesinos pobres, simples jornaleros,
en su mayoría analfabetos. Muchos de ellos hablaban sólo
el dialecto y eran destinados a los trabajos más humildes
y fatigosos.
Desde l876 a l900 la Inmigración
se transformó en un imponente fenómeno que involucró
más de cinco millones de personas de las cuales un quinto se transfirió
hacia Sudamérica. En este período, los inmigrantes, en general,
partieron SOLOS dejando la familia en Italia con la esperanza de poder
llamarla un día o con el sueño de volver a la patria trayendo
sus ahorros para recomenzar una vida nueva.
Al inicio del siglo, la
situación se agravó ulteriormente, tocando un ápice
de 870 mil en l913. Se trató, efectivamente, de una marea humana
de 8.500.000 italianos, que dejaron su tierra para “irse”, en su mayoría
hacia países transoceánicos como ARGENTINA, ESTADOS
UNIDOS, BRASIL, etc.
Esta vez fueron familias
completas en atravesar el Atlántico y decididas a no volver atrás.
La Primera Guerra Mundial interrumpió el flujo migratorio, que recomenzó
de inmediato una vez finalizados los conflictos bélicos. Este hecho
demográfico produjo grandes consecuencias en la evolución
de la sociedad italiana, no fue un hecho aislado sino una parte importante
del amplio proceso de la redistribución de la población
en el planeta que presenció el divagar de cerca sesenta millones
de europeos, hacia el Continente Americano, rico de tierras vírgenes
y de notables recursos económicos.
Surgía así,
uno de los problemas históricos de la sociedad italiana: «el
dualismo entre Norte y el Sur; el primero, desarrollado e inserto en el
contexto de las grandes naciones industrializadas europeas y, el segundo,
condenado a ser una especie de mercado colonial sin ninguna perspectiva
de salir del retraso económico que comprometía todas las
economías mediterráneas.
Esta situación fue
producida por dos fenómenos, aparentemente contradictorios,
pero en realidad coincidentes: que incrementaba el desarrollo de
una agricultura “industrializada que desalojaba fuerza de trabajo que difícilmente
encontraba empleo en la ciudad y la contemporánea falta de desarrollo
en muchas zonas agrícolas del país, que no estaban en condiciones
de “ocupar” en forma estable, la población rural.
El “movimiento migratorio”
ha sido una verdadera fuga de este universo social; la afirmación
de una esperanza de redención que se enlazó, estrechamente
con los grandes ciclos de luchas sindicales que hicieran del movimiento
campesino italiano, un unicum de la historia europea.
La emigración y
las consecuencias para los países de origen
Los flujos migratorios constituyen
un grave problema, especialmente para los países de origen. En efecto,
para ellos la masiva despoblación significa una hemorragia de fuerzas
jóvenes con pesadas consecuencias tanto económicas como políticas.
Es sabido que quienes están
dispuestos a abandonar su tierra, son ciudadanos “vivaces” ya sea cultural
como políticamente. Dotados de gran fuerza de voluntad y dispuestos
a realizar todo tipo de sacrificios buscando situaciones de mejoramiento.
Corresponde a esta categoría de ciudadanos que, la sociedad de los
países en vías de desarrollo, carecerán.
A fines del siglo XIX y
a inicios del pasado, los inmigrantes italianos hacia América Latina
eran en su mayoría, analfabetos y una pequeña minoría,
que sabía leer y escribir. En la actualidad el proceso inmigratorio
que viene a Italia desde la Argentina posee un buen nivel cultural. En
general, se trata de jóvenes que tienen ante sí treinta años
lavorativos lo cual provoca una grave pérdida para la economía
de los países en vías de desarrollo o del tercer mundo.
La emigración de
la población joven, altera las relaciones al interno de una
sociedad, que además de perder fuerza de trabajo y profesional pierde
también las potenciales capacidades creativas de crecimiento y de
renovación.
En conclusión, el
fenómeno de la migración genera, en los Países del
Tercer Mundo, problemas tanto más graves que los que pueden
suscitar en los Países ya evolucionados, por causa de la Inmigración.
Lamentablemente, el gran
incentivo que favorece la emigración está constituido por
las malas condiciones de vida de los países de origen a lo cual
se añade la influencia ejercida por la propaganda ideológica,
que pretende hacer creer que al Norte existe más democracia, más
oportunidades y ventajas. Sabemos que todo ello es relativo y va de país
a país y de situación en situación.
Sólo si somos capaces
de conocer, aceptar y apreciar los pueblos y culturas diversas y trabajar
junto a ellos por el bien común, podremos construir sobre
bases sólidas la Solidaridad creando una pacífica convivencia
entre los pueblos.
(*) por Julio Lucatto
Colección Bibliográfica
«Solidaridad Internacional». Título: Strumento per Educazione
e la cooperazione popolare allo sviluppo. R. LEMBO |