Roberto Tafani. Ph.D; Msc Economics; M.A.D.E. Profesor Titular Exclusivo, Facultad Ciencias Económicas, UNRC. E-mail: rtafani@eco.unrc.edu.ar

 

El futuro es hoy, es incierto y nos hemos olvidado de él. Ese parece ser el mensaje que los tres excelentes artículos precedentes dejan como resumen al intentar integrarlos. Por un lado aparece el abordaje de la educación superior, por el otro se enfoca la escuela inicial y como marco finalmente, se discute la cuestión del Estado. Veamos la cuestión.

El primer artículo sobre tendencias y escenarios de la educación superior define las claves de un futuro que es hoy. Incertidumbre, ciberespacio, pedagogías adecuadas, plasticidad digital, destrezas transferibles, aulas virtuales, docentes facilitadores, flexibilidad tecnológica, dinamización de la inteligencia colectiva. Todo un cambio de método que no trata de potenciar las perspectivas del pasado sino de reconstruir la propia construcción del saber. Un nuevo enfoque asincrónico con espacio universal que demanda aprendizaje activo, interactivo e interdisciplinariedad. Lo nuevo sin embargo, no desecha lo viejo. Algo muere y algo nace. El autor concluye que es preciso encontrar la proporción adecuada entre la utilización de las nuevas tecnologías ya entre nosotros y la enseñanza tradicional.

Guillermo Etcheverry mira el futuro desde la escuela y también rescata algunos valores del pasado superando otros. Se revela contra el culto excesivo de las formas sin reconocimiento de las claves de la crisis. Por olvidar la relevancia del sentido común, la experiencia, la admiración por el conocimiento y la memoria histórica. Abandonamos la escuela pública dice, porque abandonamos nuestros niños y todo porque no nos preocupa el futuro. Es el resultado de no dar a la educación la trascendencia que otrora tuvo para su clase dirigente. En su visión de la tragedia, se revela contra la absolutización epistemológica de lo pedagógico. La crisis actual no pasa por los objetivos o los métodos, sino por la carencia de una voluntad democrática que nos lleva a rechazar la responsabilidad de tomar seriamente nuestro futuro. No se trata de perder lo real navegando ciegamente el ciberespacio sino de apropiarse la auténtica realidad. En esta cruzada emancipadora señala la función indelegable del Estado.

Entre el Estado desertor y la clase dirigente despreocupada con la tragedia educativa, aparece la reflexión de Nelson Cimminelli. Observa un Estado débil ante actores internacionales poderosos y una licuación de la nación con una comunidad interna que potencia la individualidad social. Sugiere agudamente que entre Estado y clase dirigente hay un eslabón perdido. Que el Estado fue fuerte cuando la burguesía construía su proyecto. Con la deserción y huída hacia la valorización financiera de su capital en los mercados globalizados, puede no haber quedado ni clase dirigente ni Estado que le sirva a su proyecto. El Estado aparece así como un campo de la rapiña de rentas sin proyectos. En todo caso el futuro es abierto, lleno de interrogantes y requiere valor, imaginación y liderazgo.

Tras la lectura de los tres brillantes trabajos presentados, surge una reflexión. Aquí y ahora como ayer y siempre hay una nación que nace y se reproduce cotidianamente. A veces la anécdota sugiere que todo aquello por lo que generaciones pasadas lucharon con pasión, ya aparece como el resultado tangible de un gran esfuerzo del pasado. Se ve en muchos casos que dentro de nuestros niños y jóvenes hay interdisciplina, manejo del ciberespacio, crítica social, búsqueda de eficiencia y el esfuerzo por encaminar la sociedad hacia un mundo difícil pero no por ello peor. Ahí están nuestros graduados en veterinaria que comandan áreas sanitarias de lucha antiaftosa. Buscando en el mundo real del campo los animales enfermos con triquinosis. Vacunando, enseñando en la frontera de los campos. Peregrinando contra una clase dirigente que oculta, bloquea a veces el progreso y que llega incluso al uso de la amenaza cuando la eficiencia de los nuevos Argentinos pone en jaque sus privilegios. Por doquier se ve la influencia de nuestras estructuras educativas, desde el gimnasio abierto por el profesor universitario de educación física en un recóndito punto del norte Argentino hasta los expertos en nuevas profesiones que van desde la gestión ambiental a los diseños del propio ciberespacio. La nueva sociedad también es hoy, ni tan virtual ni tan trágica. Simplemente contradictoria, adaptándose a la velocidad inimaginada del cambio, y tratando de encontrar su propio proyecto nacional que rearticule el Estado a una nueva clase dirigente, tal vez hoy, demasiado ambigua en su propia definición.


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