El concepto de ‘hombre’ en Marx

Sandra Ortiz. Licenciada en Psicopedagogía. Ayudante de primera con dedicación semiexclusiva. Enlace Rutas 8 y 36 km. 601. Río Cuarto. Córdoba. TE 058-676290. FAX 058-676285


PRESENTACIÓN
Las reflexiones de la antropología filosófica nos conducen a transitar por los sinuosos caminos de ese misterio que constituye el hombre. Tema de indagación y profundos análisis desde las más diversas ópticas.
Lo atrapante de este desafío, radica en que la interpretación de su mundo interior nos orienta inexorablemente a una concepción de mundo en el que vive este hombre.
Aún más, estas reflexiones nos posibilitan pensar la articulación con el plano de lo socioeducativo. La inquietud se centra entonces en el estudio de la vigencia de una concepción de hombre en la realidad educativa actual.
Elegir una línea de estudio, supone no sólo interés personal, sino posicionamiento teórico-ideológico-político. En este caso, el objetivo del trabajo consiste en un intento de aproximación al concepto de hombre que desarrolla Marx en sus “Manuscritos económico-filosóficos de 1844”.
Fundamento la elección, en la consideración de que esta categoría teórica marxista es desechada rápidamente cuando se llevan a cabo los análisis críticos del sistema social capitalista. Justamente el valor está en el carácter totalizador de la teoría marxista y por lo tanto, la concepción de hombre es medular para este tipo de abordaje.
Por otro lado, es también fundamento de mi elección la postura que Marx sostiene respecto de la primacía de la praxis sobre la teoría. La interpretación teórica es relevante si nos habilita en la acción transformadora; en ese sentido no tiene un fin en sí misma sino apunta a la verdadera praxis transformadora.

EL CONCEPTO DE ‘HOMBRE’ EN MARX.
En el presente trabajo tomaremos como eje temático la dimensión humanista del pensamiento de Karl Marx, o lo que se conoce como la etapa filosófica del ‘joven’ Marx. Sabemos que abordar estas elaboraciones ha generado diferentes críticas, incluso dentro de los mismos marxistas, los que muchas veces han intentado contraponer esta primera etapa humanista con las etapas económico-políticas del ‘viejo’ Marx.
En esta instancia lo que nos preocupa especialmente es indagar respecto de la concepción de hombre que Marx explicita en su obra “Manuscritos Económico Filosófico de l844”. El valor de esta obra ha sido reconocida por diversos teóricos marxistas; el propio Althusser al referirse a ella expresa: “...los Manuscritos son el producto del encuentro de Marx con la economía política...” (Althusser, 1967)
La noción de individuo presente en esta obra se explica en relación al trabajo. El trabajo es la actividad a través de la cual el individuo se crea a sí mismo; es esta actividad autocreadora la que le permite al hombre proyectar su esencia. Marx dice que el trabajo es un actividad específica del individuo donde puede expresar su humanidad. Esta materialización del “ser humano” mediante el trabajo cobra vida en un producto que es externo al individuo, es creado por él y al mismo tiempo el propio hombre sufre modificaciones en su constitución. Este proceso es denominado ‘objetivación’.
Siguiendo a Marx la objetivación, entonces, es un proceso en el cual acontecen dos modificaciones simultáneas. Una cuando el individuo mediante el trabajo forma objetos (materiales o espirituales) para satisfacer sus necesidades, luego, cuando le otorga significado según sus intenciones modifica su ser.
Al tratarse de un trabajo creador accede a un nivel de autorrealización que se entrama con un concepto muy valioso: libertad. La realización de la libertad del individuo, sólo puede darse en un contexto social donde impere la justicia, entendida aquí como la reciprocidad en las relaciones sociales.
Esta última expresión, no es representativa precisamente de la lectura crítica que Marx lleva a cabo de la sociedad capitalista. Las relaciones de explotación que caracterizan esta sociedad no permiten que ese proceso de humanización a través del trabajo se realice tal lo presentado.
Por el contrario, en este contexto de relaciones económicas de producción, donde algunos individuos dominan a otros; los hombres y mujeres sólo exteriorizan su esencia en el trabajo. En otras palabras hay un primer momento que es “en sí” y luego por la objetivación de su producto se convierte en un “fuera de sí”. Es aquí donde este producto externo es apropiado por un otro que no es él.
Con lo cual el individuo no puede convertirlo en un “para sí”. El hombre es despojado de su humanidad en el momento mismo en el que no se reencuentra con su propio producto. Hay una pérdida de objeto, es lo que Marx denomina “extrañamiento”, situación en la que el individuo se siente ajeno al objeto producido por el mismo.
Esta separación del producto que le otorgaría humanidad al individuo se la conoce como alienación. Este concepto es nodal en la teoría marxista pues desentraña la relación de explotación que padece el individuo trabajador por la acción dominadora que el individuo no trabajador o capitalista establece. Este último no sólo detenta el poder económico, por poseer lo medios de producción; sino que al apropiarse injustamente de lo producido por el trabajador, lo está despojando nada menos que de su humanidad.
En palabras de Dussel “...alienación es el acto por el cual el otro es negado en su alteridad y subsumido en la identidad del capital...” (Dussel, 1985) Al no reapropiarse de lo producido por el trabajo; el trabajo queda homologado a “no-ser” o “ser-para-otro”. (Dussel, 1985)
Estas expresiones explicitan el sentido de lo que Marx plantea como deshumanización del proletario.
La relación Capital - Trabajo, se advierte tanto en el plano de lo económico como en lo simbólico. Las relaciones de dominación que posibilita la explotación (Miliband, 1992) trasciende la infraestructura alcanzando la superestructura. Al respecto Perroux, F. expresa “...el trabajo, es un aparato material (la máquina) y un aparato social (la relación institucionalizada entre el explotador y el explotado)...” (Perroux, 1970)
En otras palabras la explotación presente en esta relación Capital-Trabajo, reside centralmente en la deshumanización del proletario. Se ve privado de vivir plenamente y de ejercer su libertad. Esto se debe a que fue despojado de su producción y en este desencuentro con su ser ha perdido la conciencia de sí mismo. En este sentido es que no puede ser libre. Para Perroux se produce lo que denomina “..desdoblamientos: divisiones del sujeto sobre sí mismos...” (1970)
Lo grave es que la consecuencia de esta alienación es que no sólo es individual, sino que posibilita la dominación de una clase, la clase obrera por la clase dominante. En rigor ambas clases son instrumento de un sistema social capitalista en el cual la alienación ocupa un lugar central en tanto gestora y mantenedora de un clima de “conformidad” con el sistema social.
Esta línea de análisis parece cobrar particular sentido a la hora de pensar qué ocurre en una sociedad industrial avanzada. Aquí la revolución industrial ya introdujo la ‘máquina’ al proceso productivo, lo que sin dudas agrava las consecuencias en el trabajador en términos de deshumanización.
En la sociedad industrial avanzada, la división del trabajo -siempre impuesta desde fuera- se expresa cada vez más especializada. Esto ocasiona que el obrero pierda su visión de la totalidad del producto de su trabajo.
El eje en este tipo de sociedad es la relación trabajo-tecnología. Al respecto Marcuse en su obra “El hombre unidimensional” de 1969, caracteriza la dominación que la tecnología ejerce sobre el trabajador ocasionando alienación. El sujeto es “cosificado” , pierde su valor humano, pues se encuentra atrapado en una “racionalidad científico-tecnológica” que lo limita en su condición.
Ante esto es necesario una vez más retomar el planteo que ubica la alienación no sólo en el proceso de producción económica, sino llevarlo al plano superestructural. El proceso de explotación al que conduce la alienación, se da porque en el ámbito de lo simbólico-ideológico hay aparatos creadores de consenso que actúa “naturalizando” estas relaciones de explotación disipando cualquier tipo de conciencia de esta relación. Es aquí donde efectivamente encuentra un lugar apropiado la alienación.
Estos aparatos de consenso: familia, Estado, iglesia y escuela, son filiales del poder político-económico de la clase dominante; que mantener su dominación actúan neutralizando la toma de conciencia de esta alienación al que se ve sujeto el trabajador.
Aquí el concepto de “hegemonía” de Gramsci resulta esclarecedor. La relación alienación-explotación se materializa sin oposición, porque está creado el consenso y una “conciencia colectiva homogénea” que se ocupa de mantener la no-conciencia de la alienación del trabajador.

HACIA LA DESALIENACIÓN
Para Marx existir como ser humano es tener conciencia de sí mismo y ser capaz de tomar decisiones. La desalienación es “creación” (Garaudy, R. en Perroux) Lo que significa que el sujeto pueda crear y crearse su proyecto de vida. Claro que este proceso no es individual; la liberación de cada sujeto se encuentra en la liberación colectiva.
Para que esto ocurra tiene que eliminarse: la división del trabajo, el sistema de mercado y la propiedad privada.
La única posibilidad de superación es la toma de conciencia, el reconocimiento de la situación de dominación en la que se encuentra el hombre que es deshumanizado, lo que conduciría a la reapropiación de su trabajo, es decir, reencontrarse con su propio ser. Claro que esto presupone un modelo de sociedad donde las relaciones sociales se establezcan en un marco de reciprocidad y justicia social.

ALGUNOS INTERROGANTES FINALES
Sin pretender haber presentado ni con la exhaustividad ni con la precisión requerida para la temática de la alienación del individuo en Marx, nos atrevemos a pensar esta categoría a la luz de otro contexto histórico y económico-político con significativa diferencia, que enmarca una dinámica socioeducativa cultural determinada. Nos estamos refiriendo concretamente a nuestra realidad argentina actual en un ámbito particular: lo educativo.
La pregunta que nos hacemos: ¿qué vigencia tiene el concepto de hombre marxista en la realidad socioeducativa actual?
Si partimos de considerar que las relaciones de explotación de la sociedad capitalista, si bien han sufrido modificaciones desde lo presentado por Marx hasta nuestros días continúan en vigencia; podríamos aventurarnos a sostener que el individuo alienado sigue teniendo vida. Temiendo forzar este concepto marxista pensemos juntos: qué relación hay entre el trabajador enajenado y el trabajador de la educación. Los educadores en sus distintas manifestaciones, hoy se encuentran subsumidos en desfavorables condiciones laborales. Las relaciones de explotación no sólo están presentes en los bajos salarios que reciben; sino también en características deshumanizantes en las que se ven sujetos los educadores.
Si consideramos a los educadores como intelectuales, que producen a través de su trabajo un objeto externo denominado conocimiento, podríamos decir que cada vez menos se reencuentran con él. Por el contrario, se sienten ajenos, extraños respecto del conocimiento. Aquí nos referimos al conocimiento creativo y reflexivo que se reapropiaría el docente y no al mismo conocimiento que se destina a los alumnos.
Estas relaciones de explotación que generan alienación en estos individuos-educadores, se dan en una compleja trama de interacciones. Por ejemplo: la maestra común que brindó conocimientos a sus alumnos, no siempre siente que es capaz de apropiarse reflexivamente del conocimiento. Esto se debe a que es relegada a un lugar de docente técnico que sólo aplica acríticamente.
En varias oportunidades se ve involucrada (voluntariamente o no) en algunas situaciones donde “expertos” (psicopedagogos, directivos, etc. ) le brindan conocimiento, pues no cuentan con las herramientas teórica-metodológicas para construirlo. Son pocas las posibilidades que estos educadores tienen para tomar conciencia de esta situación de dominación para poder reencontrarse con el conocimiento en tanto producto de su propio trabajo autorrealizador.
En el otro extremo del sistema educativo, también podríamos problematizarnos en este sentido y analizar qué posibilidades reales tiene el docente universitario, cuando al mismo tiempo de formar a futuros profesionales, se ve despojado de su producto: el conocimiento. Esto puede advertirse en la necesidad de ajustar su investigación a algunas de las prioridades fijadas por otros, o adaptar su trabajo a un esquema preestablecido según un modelo de investigación vigente. Sin olvidar que además del escaso salario y la inestabilidad laboral que hoy lo agobian, tienen que mantener su lugar con algún título de cuarto o quinto nivel. En este caso, el docente universitario debería recuperar su conocimiento a través de una investigación comprometida con los avances científicos-técnicos y las demandas sociales.
En términos más generales, pensemos qué está ocurriendo hoy con la reforma estructural del sistema educativo, a través de la nuevas normativas: Ley Federal de Educación, Ley Provincial de educación y Ley de Educación Superior. Los docentes fueron excluídos de la elaboración y son ubicados en el lugar de implementadores. Además no tienen la visión de la totalidad, van conociendo en parte y según especificidades. No acceden al producto total ni mucho menos al trabajo creador del que nos habla Marx, en tanto portador de la realización del ser. Tampoco intervienen en la toma de decisiones respecto a su producción y distribución, sólo suelen ser invitados a especies de simulacros de espacios de participación.
Estas ejemplificaciones pretenden operar sólo como disparadores que nos conduzcan a reflexionar juntos sobre si tienen o no vigencia el concepto marxista de hombre en la realidad socioeducativa actual. Con lo cual estamos diciendo que desde nuestro lugar de educadores, debemos combatir la alienación, recuperando nuestro producto: el conocimiento.
Esto sería logrado mediante un proceso sistemático e intencional orientado a la toma de conciencia de esta relación de explotación en que se encuentran los docentes hoy. De esta manera sólo es posible pensar en la “escuela integrada “ de la que nos habla Gramsci.

Referencias bibliográficas
Dussel, E. 1985 La producción teórica de Marx. Siglo XXI. México.
Fromm, E. 1962 Marx y su concepto de Hombre. Fondo de Cultura Económica. México.
Gould, C. 1983 Ontología social de Marx. Fondo de Cultura Económica. México.
Gramsci, A. 1972 Los intelectuales y la organización de la cultura. Nueva Visión. Buenos Aires.
Gramsci, A.1995 Alternativa Pedagógica. Fontanamara. México.
Marx, K. 1968 Manuscritos Económico Filosófico -l844-. Altaya. Barcelona.
Miliband, R. 1992 Análisis de las clases sociales. En Giddens, A. (comp.) La teoría social hoy. Alianza. México.
Perroux, F. 1970 Alienación y Sociedad Industrial. Tiempo Nuevo. Venezuela..
Schaff, A. 1993 ¿Qué ha muerto y qué sigue vivo en el marxismo?. Tesis 11. Buenos Aires.



 
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