Entre el desempleo y la precariedad laboral 

Aspectos determinantes del desempleo y la precariedad laboral son el eje central de un trabajo descriptivo-interpretativo que se está realizando en la Universidad Nacional de Río Cuarto y que se ocupa de caracterizar el mercado de trabajo local,
 

contemplando el contexto nacional  y reconstruyendo las experiencias de vida de quienes han sufrido la pérdida de su empleo, como así también de aquellos que nunca han ingresado al mercado de trabajo.
Centrados en el deterioro de este sector, los investigadores Enrique Grote y Mariel Zamanillo, de la Facultad de Ciencias Humanas, han encarado este estudio en el que destacan como aspectos negativos la precariedad laboral de los asalariados -que se agrava en el caso de las mujeres- y la falta de formación entre los desocupados y aspirantes a conseguir un empleo.
Respecto del desempleo urbano en esta década, los universitarios se centran en la estabilización económica, el crecimiento y el ajuste estructural. En este sentido, sostienen que el proceso de reconversión productiva iniciado en Argentina a comienzos de los años ’90, impacta de manera negativa en la capacidad del aparato productivo de generar puestos de trabajo estables. Al mismo tiempo, agregan que “las sucesivas reformas introducidas en la normativa del trabajo y, especialmente, la aparición de diversas modalidades de contratación por tiempo determinado debilitaron la tradición protectora del derecho laboral argentino”. 
Según este estudio, el achicamiento relativo del mercado de trabajo formal, la pérdida de derechos y garantías por parte de los trabajadores, su progresiva desafiliación a la seguridad social (obras sociales, aportes jubilatorios) y la crisis que ésta atraviesa muestran el debilitamiento de los lazos de integración social que padece esta sociedad y la consecuente vulnerabilidad que gradualmente enfrentan sus miembros.
De la interpretación de una serie de datos recientes, surge que los cambios operados implicaron una mayor liberalización de los mercados interno y externo y un proceso de achicamiento del sector público mediante un vasto proceso de privatizaciones. “El creciente flujo de capitales externos, las facilidades para la importación de bienes de capital y las rigideces del mercado laboral –sostienen los universitarios- sesgaron la renovación de procesos productivos hacia tecnologías ahorradoras de mano de obra. Esto se presentó simultáneamente con una reducción del empleo público”, agregan. 
Asimismo, se observa un marcado deterioro en diversos indicadores del mercado laboral, principalmente en las tasas de desempleo y de subempleo a nivel nacional. Se verifican, también, notables diferencias en la evolución de estos indicadores a nivel de aglomerados urbanos.
En este marco, los docentes –provenientes de la sociología, en el caso de Zamanillo, y de la Psicología Social, en el caso de Grote- interpretan que “si bien la política implementada a partir de 1991 permitió estabilizar y hacer crecer la economía, no se logró mejorar el panorama respecto del empleo, temática que pasa a ocupar  -como nunca antes- el primer lugar entre las preocupaciones de los argentinos”. 
Al respecto, subrayan que “desde 1993 el desempleo supera los niveles históricamente conocidos en el país y en mayo de 1995 alcanza el 18,6 por ciento” y que “los niveles más elevados del desempleo se registran entre los jóvenes, para quienes la tasa alcanzó el 35 por ciento en 1995”, aunque admiten, sin embargo, que especialmente en los dos últimos años, el crecimiento ha sido más intenso entre aquellos con edades superiores a los 45 o 50 años.
Por otro lado, se destaca el sostenido incremento de la tasa de desocupación de los jefes de hogar. Esto se apoya en el hecho de que aquellos con menor nivel educativo registran las mayores tasas, aun cuando los jefes con nivel educativo medio-alto también exhibieron un aumento importante. 

La dinámica de la ocupación
La población económicamente activa de Río Cuarto, conformada por los ocupados más los desocupados que buscan trabajo, representa para mayo de 1998 el 40 por ciento de la población total. 
Para esta ciudad, 1995 constituye un año clave en la manifestación de la crisis financiera internacional producida por el efecto Tequila en el conjunto del país.
La ocupación total decreció entre mayo de 1996 e igual período de 1997 en 1.5 por ciento, luego de lo cual creció a una tasa anual del 1.9 por ciento en mayo de 1998. Es posible identificar un conjunto de circunstancias que califican la visión que pudiese extraerse sobre el desarrollo del mercado de trabajo local. En primer lugar, cabe consignar que 1995 constituye un año clave en la manifestación de la crisis financiera internacional producida por el efecto Tequila en el conjunto del país, con efectos a nivel provincial, a tal punto que su impacto devino en el cambio anticipado de autoridades provinciales a mediados de ese año; tal situación se refleja en la tasa neta de desocupación de la onda mayo de 1996, con un 18.4 por ciento.
En segundo lugar, a lo largo del período se mantuvo un elevado porcentual de la tasa de subocupación horaria. Esto significó que el número de ocupados plenos (definidos como los ocupados a tiempo completo y los ocupados a tiempo parcial voluntarios) haya crecido durante el período mayo 1996-mayo de 1998 un 0.5 por ciento anual, tasa bastante menor a la mencionada respecto del empleo global. Entre esos meses, el número de subocupados horarios osciló entre 13 por ciento para mayo de 1996,  el 14.5 por ciento en mayo de 1997 y 12.4 por ciento para igual período de 1998. 

El nivel educativo
Las condiciones de  precariedad laboral de los asalariados constituyen un aspecto que se presenta como diferencial, considerando como tal el nivel de cobertura efectiva que los mismos tienen respecto de la legislación, teniendo en cuenta  los indicadores de “descuento jubilatorio” e “indemnización por despido”.
Más de una cuarta parte de los asalariados tiene calificación técnica u operativa, en tanto que entre los cuentapropistas esta proporción se eleva a casi la mitad de la población.
Entre los asalariados mejor calificados, un grupo importante lo constituyen los profesionales (10,9% del total), en tanto que entre los cuentapropistas sobresalen los que tienen calificación técnica y que conforman el grupo más importante de esta categoría.
Si se considera el total de desocupados en relación con el nivel educativo, el porcentaje más importante lo encontramos en la población desocupada que posee estudios primarios completos. 
Se encuentran variaciones llamativas entre la población desocupada con estudios primarios incompletos. Desciende entre el inicio del período analizado, mayo de 1996 de 20,2% a 9.7% al final  -mayo de 1998-. Esta disminución puede obedecer, entre otras causas,  a que a partir de la crisis de 1995, se implementan en la ciudad una cantidad significativa de planes ´Trabajar´ (Programa de orden nacional orientado a personas desocupadas con baja calificación educativa y laboral, que llega en 1998 a generar 200 puestos).
La población desocupada con estudios secundarios incompletos, en cambio, aumentó en el mismo período, del 19,6% al 25,0%.

Precariedad laboral
Las condiciones de  precariedad laboral de los asalariados es diferente entre los diversos segmentos sociales, con respecto a la población activa asalariada, considerando como tal el nivel de cobertura efectiva que tienen respecto de la legislación y teniendo en cuenta  los indicadores de “descuento jubilatorio” e “indemnización por despido”. 
Los asalariados con cobertura completa –a los que les practican descuento jubilatorio y gozan de indemnización por despido- constituyen el 46.7 % del total de la población económicamente activa ríocuartense, el 19.3% tiene cobertura  parcial (uno de los indicadores), en tanto, que casi el 8.4% está en situación de precariedad total en este punto. La precariedad es aún mayor entre las mujeres (30 % de la población económicamente activa femenina).

La estructura de la desocupación
El grueso de los desocupados está constituido por trabajadores que perdieron o abandonaron su empleo;  el 14.3% de los desocupados son “nuevos trabajadores”, caracterizados por no haber formado nunca parte del ejército activo del trabajo.
Los datos muestran que la distribución es del 52.9% para los varones desocupados y 47.1%  mujeres, lo cual indica una mayor participación masculina entre los activos. 
El subempleo representa el 6.7% de la población económicamente activa de la ciudad, todos los ocupados que trabajan menos de 35 horas semanales y  “desean trabajar más”, y “casi un 60 % de los subempleados son mujeres”.
Pese a su menor participación en la población económicamente activa, casi un 60 % de los subempleados son mujeres.
Al analizar la población desocupada según la categoría ocupacional que se tenía en el  trabajo anterior, se observa la importancia relativa de la categoría “obrero o empleado”, así como  su crecimiento en el lapso considerado: del 69.2% en mayo de 1996 trepa al 74.1% en el mismo mes de 1998. También merece especial mención la proporción de “trabajador por su cuenta” que está en condición de desocupación: entre el 30 y 25% a lo largo del período;  A su vez, cerca del 80% ha trabajado por su cuenta sin contar con local propio ni maquinaria; ello indicaría las dificultades que estaría enfrentando este segmento de población, si se piensa que sus estrategias de supervivencia descansan, exclusivamente, en su  calidad de fuerza de trabajo con las calificaciones educativas  que hubieran alcanzado en su paso por el sistema educativo.

El desarrollo económico y social como estrategia
El desarrollo económico y social es el componente básico de toda estrategia que persiga la utilización plena de la fuerza de trabajo.
Desde el punto de vista económico, los estudios especializados indican que un primer requisito a favor del empleo consiste en establecer condiciones macroeconómicas más apropiadas para la inversión y el crecimiento sostenido.
La flexibilidad laboral, entendida como la generalización de la contratación temporal o la eliminación del costo de interrupción de los contratos, no es un elemento que favorezca la creación neta de puestos de trabajos. En condiciones de desempleo estructural, ampliar las facilidades para la rotación de personal, es un elemento funcional con objetivos de mayor “disciplinamiento” de la fuerza de trabajo.
Los investigadores entienden que la reglamentación del trabajo a tiempo parcial aparece como un instrumento flexibilizador apropiado para favorecer la inserción laboral femenina y de los jóvenes.
En otro orden, destacan la necesidad de fortalecer el sistema educativo formal y tender a la masividad de las coberturas de los niveles medio y superior. “El énfasis en la formación de los jóvenes al máximo nivel es un instrumento que iguala las oportunidades de acceso al mercado de trabajo y es fuente de externalidades positivas sobre la productividad global del sistema económico” y agregan que “las demandas de calificación son cambiantes y de difícil anticipación. Por tanto, la posibilidad de dar respuesta a las demandas en plazos cortos depende del nivel educativo general alcanzado por el grueso de la población”.
El problema de la capacitación –dicen- debe entenderse desde una perspectiva preventiva, actuando decididamente en las etapas formativas de los recursos humanos. La calificación de la mano de obra adulta actualmente ocupada requiere la instrumentación de esquemas específicos, pero la mayor responsabilidad en este aspecto, corresponde a los propios actores, empresas y sindicatos, y el ámbito apropiado para su tratamiento es la negociación colectiva.
Otra de las conclusiones a las que arriban es que “las políticas activas de empleo es un recurso a tomar en cuenta como líneas probables de acción, a pesar de su complejidad de gestión y de sus costos unitarios relativamente elevados”.

Investigación:
Lic. Enrique Grote
Fac. de Ciencias Humanas / Dpto. de Cs. de la Comunicación
Tel: 4676181 - E-Mail:egrote@hum.unrc.edu.ar