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Según Daniel Prieto
Castillo
 El
desafío del periodista científico
El educador y comunicador
argentino Daniel Prieto Castillo reflexiona sobre los desafíos del
periodista científico en estos tiempos, el rol de los divulgadores
y la manera de llegar a públicos masivos con la ciencia
Hombre de reconocida trayectoria
en toda América Latina, con experiencia como docente universitario
en el área de comunicación en la Argentina y México,
Prieto Castillo destaca el rol de los medios masivos en la divulgación
científica y pone al público en un pedestal, del que según
él nunca hay que dejar que se caiga, para que cualquier producto
del periodismo científico sea del agrado del destinatario.
Este intelectual mendocino,
que es autor de numerosos libros cuyos ejes son la comunicación
social, en relación con la educación, la promoción
popular, la estética y el diseño, las nuevas tecnologías
y el análisis de mensajes, asegura que “en esta época en
la que rige la ley del espectáculo, el desafío es conseguir
un producto atractivo, que le guste a la gente, sin caer en una excesiva
trivialización”.
- ¿Cómo
se llega al gran público con la ciencia?
- El problema que hemos
vivido y que creo se sigue viviendo es cuando el mensaje se sitúa
en alguno de los dos extremos. Uno es la excesiva trivialización,
aquello que decía Sábato cuando le explicaba la ley de gravedad
y el amigo le decía no te entiendo, no te entiendo y Sábato
se lo volvía a explicar y al final le dice ah... ya te entendí...
y Sábato le dice, pero ya no es la ley de la gravedad.
Y el otro extremo es cuando
un periodista adopta un lenguaje que prácticamente es de un científico
dirigido a otro.
Entre esos dos extremos
está el problema de cómo hacer atractivo el lenguaje.
-¿Cómo se
hace?
- Mire, a la hora de pensar
a la ciencia como mensaje de los medios, pienso en Leonardo Moledo, que
es un comunicador, periodista y científico, autor de un libro que
se llama “De las tortugas a las estrellas”, que tiene una capacidad de
comunicación y una seriedad científica tan grande, que supone
una persona con una enorme cultura. Es un periodista científico
que conoce de ciencia y que tiene una cultura general, que le permite hacer
con esa ciencia un mensaje accesible, usando ejemplos, relatando experiencias,
a la vez que se manda unas payadas entre los átomos, escribe versitos,
toma fragmentos históricos desde el momento en que se descubrió
algo en el siglo 19 y lo analiza a través de la historia. Apela
a la música popular, a la literatura, a la religión, a la
antropología, todo para ilustrar. Tiene una capacidad que le permite
recurrir a otros repertorios culturales, que no son puramente científicos,
elementos que usa para incorporar a la ciencia y hacerla atractiva y más
digerible.
- ¿Es una regla?
- Esto vale para todos los
periodistas. Un hombre ilustrado, en el buen sentido, no en el del sábelo
todo, sino que tiene una formación seria en ciencia, es un buen
periodista. Pero si a la vez dirige su mirada hacia otros ámbitos
de los saberes humanos y sociales, es mejor aún.
- ¿Es el periodista
o el científico quien debe divulgar la ciencia?
- Estoy convencido
de que el periodismo científico lo puede hacer tanto un científico
con vocación periodística, que es el caso de Moledo, como
lo puede hacer un periodista con conocimiento de la ciencia. Es muy difícil
comunicar bien lo que no se conoce.
- ¿Cómo
lo ve al periodismo?
- Del lado periodístico,
a menudo, hay mucha improvisación en relación con cómo
se puede decir algo de un elemento científico. De repente, en los
diarios, uno se encuentra con cuestiones tales como que alguien una vez
anunciaba en Mendoza una usina atómica, había leído
mal.. era una usina atérmica. Eso directamente es no estar en tema
y es lanzarse a decir lo que venga.
Acá hay un problema
muy fuerte, que toca no sólo al periodista científico, sino
al periodismo en distintas ramas, al que habla de economía, al que
habla de niñez o de educación y que es la dispersión.
Lamentablemente, las figuras del periodismo especializado están
concentradas en Buenos Aires y en el interior tenemos problemas, porque
estamos en tantas cosas a la vez que la especialización cuesta mucho.
- En este perfil de espectacularidad
que tienen los medios masivos de comunicación, ¿cómo
se encuentra la veta para hacer periodismo científico?
- La ley del espectáculo
es hacer algo para ser visto o para ser oído espectacularmente y
esto supone muchas veces la búsqueda de aquello que puede impactar
sin dar mayores explicaciones, con una descontextualización muy
grande y sin profundizar demasiado en el tema. El problema es que cuando
al espectáculo se lo contextualiza demasiado pierde fuerza. Es decir
que si yo presento algo espectacular y paso media hora explicándolo,
en la mirada de quien elabora el espectáculo pierde fuerza, uno
tiene que pasar de un flash a otro, etc, etc.
Entonces acá hay
dos juegos, uno es el juego de la necesaria contextualización de
la información que no es común, sobre todo, no es común
en el medio televisivo. Esto tiene dos líneas, el contexto científico,
que es cuando yo tengo una información puntual y le tengo que dar
contexto científico, es decir, ampliarla en función de otros
elementos que lo explique, y el contexto social que da lugar a ese contexto
científico.
El espectáculo tiene
otra lógica, lo que hace habitualmente es trabajar por descontextualización
y por fragmentación, lo cual supone que las propuestas se convierten
en chispazos que emergen y desaparecen.
Es una lucha entre el espectáculo,
la extensión de la información y el tiempo de la información.
Eso es muy difícil de resolver y lo único que uno puede plantear
cuando es tan rigurosa la demanda de espectáculo es ver cómo
se pueden abrir algunas pistas de reflexión para que la gente, por
lo menos, sienta que más allá de eso puntual hay otras cosas
que buscar o que ver.
- ¿Cómo
se logra que un producto del periodismo científico sea atractivo
y guste al gran público?
- Hay que tener capacidad
de narrativa, humor para escribir y trabajar con rigurosidad. De manera
que lo atractivo no quede de ninguna manera en contraposición con
lo riguroso y con lo serio.
- Radio, televisión,
prensa escrita. ¿Qué medio masivo cree que es el más
apropiado para divulgar la ciencia?
- Yo he trabajado más
prensa escrita. La prensa, cuando hay espacio, te da más lugar a
la extensión y a la explicación. He trabajado también
en radio y la radio tiene muchas posibilidades, por lo que supone el uso
de los géneros y formatos radiofónicos. Acá un punto
importante es que si yo hago periodismo científico y sólo
se restringe a un formato, como puede ser la charla radiofónica
o una columna, puede ser interesante. Pero mejor sería si apelo
a otros formatos. Esto es muy rico, pero para usarlos es necesario conocerlos.
- Coméntenos alguna
experiencia
- Nosotros hemos hecho periodismo
científico en Centroamérica con Radio Nederland, tratando
de jugar con lo que supone divulgación en función de necesidades
de la población. Pero eso implica manejar entrevista, algún
aspecto radionovelesco y hasta relatos radiofónicos, que hacen más
rica la posibilidad de comunicar.
- ¿Y la televisión?
La televisión tiene
toda la magia de la imagen y de la posibilidad de mostrar. Hay más
espacio en lo canales educativos y no tanto en la lógica de la televisión
comercial, aunque se van abriendo espacios. Hay una gran demanda de buen
periodismo en canales educativos, pero la gente no está preparada
para eso.
Lo ideal es televisión
con tiempo para el mensaje, con recursos y con conocimiento de todo lo
que supone este proceso.
- ¿Qué es
aquello que nunca se debe hacer en periodismo científico?
- Olvidarse del público.
El primer punto es pensar en los demás, para quién estoy
trabajando. No hay un público genérico al cual le digo yo
todo lo que hay que decir, yo puedo explicitar públicos en función
de niños o adolescentes o puedo especificar públicos en función
de profesiones. Pero siempre lo importante es preguntarse para quién
comunico. |