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L a e n s
e ñ a n z a ba j o l a
l u p a
 Estudiantes:
¿prisioneros de la educación?
El aprendizaje no se
garantiza mediante requisitos académico-administrativos sino brindando
libertad para que los jóvenes se instituyan como protagonistas conscientes,
activos y responsables de sus aprendizajes
En un contexto rígido
la educación parece quedar en segundo plano, a pesar de constituir
una función sustantiva.
“La actual organización
académica no permite la creatividad y la autonomía de los
alumnos, a quienes se les quita la posibilidad de ejercer el control sobre
sus aprendizajes”. Estas son algunas de las conclusiones presentadas en
la investigación titulada “Casandra y Educación” que llevan
adelante los docentes Danilo Donolo y María Cristina Rinaudo. Los
investigadores estudian las clases universitarias como entornos de aprendizaje.
“Los contextos administrativos
son necesarios para organizar la actividad educativa, pero deben apoyar
lo que es sustantivo para la institución: la enseñanza. Si
no funcionan como apoyo, terminan entorpeciendo y limitando la actividad”,
explican los autores en su novedoso estudio que se viene desarrollando
en la Facultad de Ciencias Humanas de la UNRC.
Este enfoque apunta
a traducir los discursos en acción, reclama voluntad y pasión
a través de una mirada comprometida con la verdad y la realidad
educativa. Al referirse al título de su trabajo, los profesores
explican: “Casandra evoca el don y la capacidad de hacer profecías
pero con la limitación de que nunca serán creídas.
La educación está inmersa en una gran Casandra de la que
no puede escapar”.
Las premoniciones para la
educación señalan la profundidad de la crisis pero no se
observa el vigor necesario para la resolución de los problemas.
Que la enseñanza superior peligra no es novedad, pero nadie hace
nada para cambiar esta realidad. “Por esto es necesario un análisis
profundo de la realidad universitaria, del tipo de aprendizaje que se construye
dentro de la institución, del rol docente y el papel que desempeñan
los alumnos”, manifiestan.
“No nos interesamos por
un área particular del conocimiento. Nos preguntamos acerca de las
condiciones que llevan a los alumnos a asumirse como agentes responsables
de sus aprendizajes. Consideramos las posibilidades de la universidad para
estimular el pensamiento creativo y con él la oportunidad de suscitar
respuestas éticas y eficaces a los problemas que nos aquejan”, comentan
los autores respecto de su proyecto.
La universidad desaprovechada
como contexto de aprendizaje
En la actualidad es usual
concebir la universidad como el lugar en el que se producen, guardan
y difunden conocimientos. Constituye un ambiente especial con implicancias
y repercusiones individuales y sociales por demás destacadas, es
el contexto del aprendizaje. “En nuestra opinión, la universidad
es en sí misma un entorno a analizar, pues influye directamente
en el aprendizaje y sus resultados”, sostienen los responsables de este
trabajo de fuete tono crítico y matiz innovador.
El ambiente universitario
despliega formas particulares de percibir y entender la realidad, no está
circunscripto por el espacio físico demarcado por el campus, incluye
expectativas y aspiraciones, relaciones institucionales, modos de abrirse
al mundo, a sus avatares y problemas.
Esta investigación
retoma como antecedentes dos trabajos de campo realizados por Cristina
Rinaudo - docente de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNRC - y su
equipo entre 1986 y 1991 con alumnos de primer año de Ciencias de
la Educación. El estudio sostiene que la actual organización
y desarrollo de las clases no permite aprovechar la riqueza del entorno
que proporciona la universidad, al tiempo que plantea la hipótesis
de que la didáctica de la enseñanza universitaria
está muy calcada sobre los desarrollos que resultaron útiles
en otros niveles del sistema.
Querer y creer es poder
El aprendizaje no es algo
que se haga a alguien sino que se construye con alguien en una tarea conjunta.
Los estudiantes no son recipientes vacíos, a cada paso ponen en
juego aspectos motivacionales, sus sentimientos, expectativas y sus definiciones
de la situación. Al respecto los investigadores comentan: “Es preciso
destacar dos grandes conceptos: el carácter totalizador del desempeño
académico, pues los afectos, expectativas y metas personales son
aspectos tan importantes como los esquemas de conocimiento, y la significatividad
del entorno, ya que el aprendizaje es un proceso que tiene lugar en contextos
particulares que no son neutrales respecto de los resultados que se obtengan”.
Y aseguran que “el contexto adecuado para analizar las mutuas influencias
entre ambos modelos es la clase”.
A estos enfoques hay que
sumar un aspecto importante para definir el proceso de aprendizaje y el
rendimiento escolar: la apreciación de si mismo como alguien capaz
de manejar las situaciones. Numerosas investigaciones ponen de manifiesto
que la implicación activa del sujeto en su proceso de aprendizaje
aumenta cuando se siente autocompetente.
En este caso, los investigadores
argumentan: “Si el éxito del aprendizaje se atribuye a causas internas,
es más probable que el estudiante asuma la responsabilidad que le
corresponde. Si los éxitos y fracasos se atribuyen a causas externas
es más difícil que el alumno sea consciente de su papel en
el aprendizaje”, y afirman: “Una función primaria de la educación
es nutrir la autoestima de los individuos”, y agregan que la formación
universitaria debe contribuir a este objetivo, sobretodo porque en este
nivel las metas hacia las cuales los sujetos orientan sus esfuerzos y valoraciones
resultan tan importantes para el individuo como para la sociedad.
Los estudiantes aprenden
en libertad
La universidad puede y debe
hallar un camino para favorecer la creatividad, tanto a través de
los currículos como del contexto que proporciona para su desarrollo.
“Los profesores universitarios no podemos permitirnos el desconocimiento
de la importancia del entorno en la producción creativa de
las nuevas generaciones, debemos imaginar entornos más propicios
para el aprendizaje”, manifiestan los autores y agregan: “en nuestra opinión,
la actual organización parece poco orientada hacia el desarrollo
o fortalecimiento de personalidades autónomas y creativas. No nos
parece probable que se produzcan avances en el sentido de la creatividad
y de la autonomía si el alumno no tiene la posibilidad de ejercer
mayor control sobre sus aprendizajes”.
En este estudio se pone
de manifiesto la necesidad de un cambio en los contextos administrativos
para que estos brinden una mayor libertad a los estudiantes y actúen
como un eficiente apoyo a la educación. “Con tantos requisitos de
fechas, asistencias, cantidad de evaluaciones, se termina entorpeciendo
la actividad. El aprendizaje es una decisión personal que se sostiene
con responsabilidad y voluntad, no con limitaciones y pautas organizativas”,
enfatizan los autores.
“Si queremos preparar a
los alumnos para trazar grandes pasos en el progreso humano debemos confiar
más en sus posibilidades de lograr avances en la organización
de sus aprendizajes, en la evaluación de sus fuerzas y debilidades,
en sus progresos en la tarea de asumir en plenitud su rol de estudiante
universitario”, concluyen los investigadores.
Es indudable que sólo
se lucha por lo aquello en lo que se cree... el futuro que se le augura
a la educación no es demasiado promisorio si no media una acción
transformadora. Es preciso superar la instancia “casandra” y hacer de las
palabras una realidad que mueva a la acción con voluntad y pasión.
Algunos alumnos no disfrutan
al estudiar
A pesar de que la educación
superior es una actividad optativa, algunos jóvenes parecen no encontrar
placer en el estudio ni en la investigación
La institución universitaria
todavía no es considerada legalmente como obligatoria, esto indica
el carácter optativo de la educación superior. “Queremos
destacar la libertad que tienen los alumnos de participar en los estudios
universitarios”, remarcan Donolo y Rinaudo.
La educación superior
como actividad optativa y libremente aceptada por el alumno universitario,
por lo general conlleva placer y gusto en sí misma. “Nos parece
que, contrariamente con lo que cabría esperar, esta idea de que
es posible disfrutar de una actividad intelectual, de encontrar placer
en el estudio, en la investigación, no encuentra muchos seguidores
en los claustros universitarios”; comentan los responsables de la investigación.
Otra implicancia del carácter
optativo de la educación superior tiene que ver con la necesidad
de que la universidad opere dentro de un sistema de realización
y compromiso asumido tanto por parte de los alumnos como de la comunidad
en general.
Todos y cada uno de los
ciudadanos del país aportan día a día para que la
educación pública sea una realidad y no sólo un recuerdo.
La sociedad tiene el derecho de reclamar a aquellos que gozan de la posibilidad
de integrarse a la institución universitaria un rendimiento eficiente
y una actitud comprometida.
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