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Observatorio de Derechos Humanos (UNRC)

Discurso del Coordinador del Observatorio de Derechos Humanos de la UNRC, Lic. Hernán Vaca Narvaja


Crónica militante de una lucha colectiva. memorias de la universidad nacional de río cuarto es la opera prima de juan muzzolón.
Es curioso. Juan Muzzolón no es escritor, ni historiador, ni docente de esta casa.
Juan Muzzolón fue estudiante de ingeniería, pasó ocho años preso en las cárceles de la dictadura militar, fue operario gráfico y sindicalista de los que ponen el cuerpo, a tal punto que un conflicto gremial lo dejó sin trabajo. se reconvirtió en trabajador autogestionario y cooperativista.
Su trayectoria, su vida, su sensibilidad social y sobre todo su coherencia certifican por sí mismas su honestidad intelectual. Honestidad intelectual que está absolutamente plasmada en Crónica militante de una lucha colectiva.

Crónica aguda, puntillosa, agil, filosa, asentada en abundante documentación y testimonios hasta ahora inéditos.
Militante porque este escrito surgió como iniciativa de varios ex presos políticos ante la necesidad de explicar –y explicarse- qué nos pasó en la década del setenta para que la utopía revolucionaria deviniera en tragedia.
Entre esos ex presos políticos  estaban, además de muzzolón, ricardo carreras, viviana machiarola y nuestro inolvidable carlos bettiol, a quien está dedicado el libro.

Lucha colectiva porque muzzolón está convencido de que los procesos  políticos no son gestas individuales, sino hechos sociales. Así lo refleja esta apasionante reconstrucción histórica de uno de los períodos más convulsionados de nuestra universidad, nuestra ciudad, nuestro país y américa latina toda.
Hay al menos tres factores que convierten este libro en una obra viva, intensa y apasionante:
Juan Muzzolón es un enamorado de esta universidad.
Vivió intensamente el proceso político que cuenta en su libro.

Es un sobreviviente de la noche mas negra que vivió el país y hoy está aquí, entre nosotros, regalándonos esta obra, su primer libro, donde conjuga en una bellísima edición –como ya nos tiene acostumbrados UNIRÍO- su memoria, su trabajo y, por sobre todas las cosas, su esperanza incólume de construir una universidad del pueblo y para el pueblo.

El libro de Juan Muzzolón es un punto de partida, no de llegada. Es la primera investigación rigurosa, documentada, testimonial, del intenso proceso político que devino en la creación de la universidad nacional de río cuarto. Y el preámbulo de la noche mas triste que vivimos los argentinos, que golpeó con fuerza –como no podía ser de otra manera- a la comunidad de esta universidad pública.
Fue un proceso político intenso, no exento de tensiones y contradicciones, de aciertos y errores.

Parafraseando a Winston Churchil, Muzzolón nos ofrece “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”, porque ha investigado y escrito sin padrinos, becas ni ayudas económicas. Ha escrito desde las entrañas, desde el dolor, desde la militancia. Su objetivo no fue otro que rescatar la memoria colectiva para desafiar a aquellos que sostienen que la historia siempre la escriben los que ganan.
En estas páginas encontrarán los lectores una cronología completa de los sucesos más destacados de la historia política e institucional de nuestra universidad: El plan Taquini, las negociaciones con Onganía, los actos  públicos organizados por la comisión fundadora, los discursos grandilocuentes del dictador Lanuse.

También encontrarán –y casi me atrevería a decir “sentirán”, porque el libro se lee con la avidez de una crónica periodística- la lucha de los distintos claustros por insertar a la universidad en el proceso de liberación nacional, en la pelea por despojarse de las rígidas estructuras heredadas del régimen militar -que pretendía una universidad “despolitizada”- y exigir una conducción política acorde a lo que ocurría en el país.
Sobre el escritorio del ministro de educación Jorge Taiana, los representantes de la comunidad universitaria de río cuarto -que viajaron en ómnibus a buenos aires- tiraron tres nombres para normalizar nuestra universidad: Arturo Jauretche, Juan José Hernández Arregui  y augusto Klappenbach.

Esas eran las opciones, los deseos, de la comunidad universitaria de una institución que había sido diseñada por los dictadores para terminar con la “politización” de las universidades de los grandes centros urbanos.

Y aquí, en esta  historia apasionante que nos cuenta Muzzolón, se ensambla a la perfección el valioso documental producido por el equipo de comunicación audiovisual coordinado por Eduardo “Vasco” Aguirre, “la universidad que no queremos”, que acompaña esta edición de crónica militante  de una lucha colectiva.

El vasco es egresado de esta universidad y es un apasionado por su historia. Tiene en su poder un archivo que envidiaría cualquier historiador.
“Era el único rector que  me faltaba entrevistar”, me dijo cuando comentó que había entrevistado a augusto Klappenbach en España.
Es decir que por el lente de su cámara pasaron todos los rectores que tuvo esta universidad. Escucharon bien: todos los rectores que tuvo nuestra universidad.
Con ese inconmensurable material documental y el testimonio de docentes, no docentes y estudiantes de los años ´70, ha logrado sintetizar en 50 minutos el espíritu de la gesta del rectorado de Klappenbach.

“La universidad que  no queremos” está centrada en la figura del rector Augusto klappenbach y es una pieza indispensable para comprender la dimensión de una obra de gobierno que sentaría las bases de una universidad popular y latinoamericana.
Una gestión que debería llenarnos de orgullo y que sin embargo ha sido injustamente olvidada.
El año pasado, desde el observatorio de derechos humanos, generamos el primer encuentro entre aquella universidad y la que vivimos hoy, tendiendo un puente para recuperar la historia y potenciar el presente. Apelando a la tecnología, juntamos en videoconferencia, en este mismo auditorio, al ex rector Klappenbach con nuestro rector Marcelo Ruiz.

Dos generaciones, un mismo proyecto: una universidad inclusiva, al servicio de los sectores más humildes, comprometida con las gestas emancipadoras de argentina, América y el mundo.

No es casualidad que esta universidad haya sido la primera del país en adherir a la querella contra los crímenes del franquismo en España y tenga entre sus profesionales a los fundadores del primer equipo de geología forense que colabora en la búsqueda de restos de desaparecidos de la última dictadura cívico militar.

Juan Muzzolón y Eduardo Aguirre pertenecen a generaciones diferentes, pero nos ofrecen un testimonio común que los trasciende: Crónica militante de una lucha colectiva y la universidad que no queremos comienzan a transitar desde ahora un camino propio que apuesta a la recuperación de la memoria viva, de la memoria en movimiento que revitaliza la utopía.

Como dice Eduardo Galeano, “la memoria viva quiere ser punto de partida, no de llegada. Ella no  reniega de la nostalgia, pero prefiere la esperanza, su peligro, su intemperie”.

Gracias juan, gracias vasco, por haber tomado el riesgo de militar por la vida y la esperanza.

Gracias a todos por acompañarnos en este acto de memoria en movimiento, de  memoria viva.