Supuestos teóricos para el análisis de los aspectos motivacionales en la elección de una carrera universitaria


Liliana Ponti de Vettorazzi, Lic. en Psicopedagogía, Prof. Adjunta Orientación Escolar I y II, Departamento de Ciencias de la Educación, UNRC., Enlace rutas 8 y 36, km. 601, 5800, Río Cuarto, Córdoba. Tel.: 058-676112, Fax: 058-676142. E-mail: Lponti@rec.unrc.edu.ar.
Angélica Foresto, Prof. Asociada Exclusiva, Introducción a la Psicología y Psicología fundamental.
Hugo Darío Echevarría, Licenciado en Psicopedagogía. Ayudante de primera en la Cátedra de Metodología de la investigación de la carrera de Psicopedagogía.
Trabajo de Investigación, Resolución 432/96, SeCyT. Causas de la Deserción de los Estudiantes en la Universidad Nacional de Río Cuarto, dirigido por Alicia Sposetti de Croatto y presentado a SeCyT, 1996.


Este trabajo forma parte de otro mayor y tiene por objetivo desarrollar un encuadre teórico con la finalidad de explicar los mecanismos del proceso de decisión que subyacen a la elección vocacional. Considerando que en la base de todo proceso de elección-decisión juega un rol muy importante la motivación, se analizarán las perspectivas psicoanalítica, humanística y relacional.
En una primera parte de esta comunicación se exponen algunos supuestos teóricos generales referidos a la motivación, para posteriormente relacionarlos con el proceso de elección vocacional y su incidencia en la toma de decisiones.
El principio fundamental del desarrollo científico, en todos los campos, es el de que todos los fenómenos están determinados, es decir, que responden a una causa, por más compleja que ésta pueda ser.
El estudio de la motivación hace referencia al por qué o a las “causas” del comportamiento. Este campo de estudio, dentro de la psicología, debe quedar circunscripto a la indagación de por qué el hombre cumple tal o cual acción bien determinada o se abstiene de actuar en otras situaciones. ¿Qué es lo que impulsa a una persona a actuar? Responder esta pregunta ha originado diversas teorías sobre la motivación.
Para el presente trabajo hemos seleccionado tres de las más conocidas o que más impacto tuvieron en distintos ámbitos: son las teorías de Freud, Maslow y Nuttin.
Freud es quien ha estudiado y demostrado el carácter policausal de los fenómenos psicológicos, de tal manera que la indagación de los motivos de la conducta es uno de sus grandes aportes a la psicología.
Las series complementarias constituye la teoría de la causalidad introducida por Freud, quien estudia principalmente los fenómenos comprendidos en la psicopatología, pero se aplican también a toda la psicología.
En las series complementarias hay tres series de factores que no actúan independientemente; en realidad, lo que actúa es la resultante de su interacción. Una primera serie complementaria está dada por los factores hereditarios y congénitos.
Una segunda serie complementaria está constituida por las experiencias infantiles, que adquieren una importancia fundamental porque ocurren en las primeras etapas (primeros años) de formación de la personalidad y, por lo tanto, son más decisivas.
Una tercera serie complementaria está constituida por los factores desencadenantes o actuales. Estos últimos actúan sobre el resultado de la interacción entre la primera y la segunda serie complementaria, es decir, sobre la disposición.
Otra teoría muy conocida de la motivación es la pirámide de las necesidades de Abraham Maslow, quien partió de la hipótesis de que cada ser humano tiene una jerarquía de cinco necesidades, que son:

1. Necesidades fisiológicas.

2. Necesidades de seguridad.

3. Necesidades sociales.

4. Necesidades de estima.

5. Necesidad de autorrealización.

Cuando se satisface una parte importante de cada una de estas necesidades, se va ascendiendo por los estratos de la pirámide. La teoría establece que ninguna de las necesidades nunca queda plenamente satisfecha.
Maslow dividió las cinco necesidades en un orden superior y un orden inferior. Las necesidades fisiológicas y de seguridad quedaron dentro del orden inferior, son las que se satisfacen, sobre todo, de manera externa; y las necesidades sociales, de estima y de autorrealización pertenecen al orden superior, son las que se satisfacen de manera interna en la persona.
Para Nuttin, es la manera de concebir la personalidad, la que rige la concepción de la motivación humana. En una teoría “relacional” la personalidad es esencialmente una estructura que va más allá de su organización interna. Una inserción activa y progresiva en el mundo forma parte integrante de la personalidad. El contacto y la interacción con el mundo constituyen la esencia misma de su estructura y de su manera de funcionar. Esta teoría propone concebir las necesidades en su aspecto conductual o psicológico, como un tipo de interacciones en el sistema bipolar “Yo-mundo”, que se revelan indispensables para el funcionamiento del organismo y de la personalidad.
El dinamismo de la conducta tiene sus raíces en algunas necesidades fundamentales, que se manifiestan en la búsqueda de una gran variedad de objetos diferentes, pero funcionalmente idénticos. Lo que se adquiere o aprende, y difiere según las circunstancias de cultura y de medio, son estos “objetos”, es decir la forma concreta que toma la significación o la orientación fundamental de una conducta. La misma necesidad o el dinamismo de la conducta no se aprende.
Una comprensión más profunda del comportamiento humano y de su desarrollo depende, en parte del descubrimiento de cierto grado de unidad motivacional en las reacciones conductuales y en los objetos que el individuo trata de adquirir o realizar.
En el caso del ser humano, el individuo no busca sólo un objeto que exista ya como tal, sino que está motivado para realizar o para construir ciertas situaciones, es decir, algunos conjuntos de relaciones con el mundo y las personas que lo rodean. Esta actividad constructora del objeto de la motivación es más acentuada en las necesidades de naturaleza social y cognitiva. En todos los casos se hace necesario reconocer una cierta identidad de función en la gran variedad de situaciones que el hombre trata de realizar o alcanzar.
“Concebimos a la motivación como estando a un tiempo en la base de las reacciones afectivas de lo agradable, de lo desagradable y de las reacciones complejas de la vida emocional. Finalmente es la motivación la que, con la dirección que imprime a la conducta, le da a ésta su significación” (Nuttin, 1982, p. 144).

Si bien es posible marcar diferencias en la manera como cada una de estas tres teorías explica la conducta motivacional, no pretendemos que sea una yuxtaposición de ellas, sino que se pueden identificar componentes básicos o comunes a todas, integrándolos en tres:

• dirección

• organización

• unidad de actividad

El hombre se conoce como un organismo que no puede vivir sin alimento, que desea afecto y un cierto status social, etc., es decir, que las necesidades están integradas a su concepción de sí mismo, como condiciones permanentes de su vida (identidad). Las motivaciones elaboradas en forma cognitiva-afectiva continúan existiendo y actuando sobre el comportamiento a dos niveles del planeamiento: anticipatorio y de la acción ejecutiva. Es así como el hombre es motivado para trabajar durante todo el día para “ganarse la vida”, es motivado a hacer proyectos de matrimonio fuera de toda experiencia actual de estimulación sexual, etc. Esta acción constante de la motivación está en la base del orden sociocultural revistiendo formas muy variadas en las distintas culturas. Podríamos concluir, diciendo junto con Freemont Kast que “Motivo es aquello que impulsa a una persona a actuar de determinada manera, o por lo menos, que origina una propensión hacia un comportamiento específico” (citado por Chiavenato, p. 49). La motivación es uno de los factores internos que resulta de gran significación si se pretende comprender la conducta de elección de una carrera.

Elegir significa “optar”, es decir vincularse con una de las alternativas posibles para lograr un fin. La elección de una profesión u ocupación supone un compromiso muy importante en la vida de una persona, el cual está ligado a un proceso de crecimiento y maduración individual y responsabilidad social en la medida que contribuya a la realización personal y al progreso social, cultural, científico, económico y político. El objetivo se cristalizará mediante la inserción en el campo productivo: primero en forma de estudio (período de formación y capacitación) para luego asumir un lugar en el ámbito laboral (trabajo).
La elección vocacional implica un proceso evolutivo, es un aprendizaje difícil y complejo en el que necesariamente una persona deberá tomar conciencia en forma progresiva de sí mismo, de sus relaciones con los demás y con el mundo; esta toma de conciencia constituye lo que se denomina “identidad”. Es a través de la trama de relaciones y vínculos que en etapas muy tempranas de la vida se va construyendo, el niño va tejiendo primero con su madre (objeto de deseo y satisfacción) para luego ir extendiendo esos vínculos con el padre y el contexto familiar. Estos vínculos serán los que posibiliten una apertura hacia el afuera socio-cultural.
Esta compleja red de vínculos van estructurando al sujeto a la vez que le permitirán ir diferenciándose de los otros y favoreciendo los procesos de adaptación al mundo. En la etapa de la adolescencia tiene lugar un nuevo momento reconstitutivo; el adolescente reconstruye su propio espacio interior (identidad) y es además el momento de su definición vocacional-ocupacional, como exigencia del contexto socio-cultural.
En nuestra sociedad se le exige en este período la elección de una carrera o una definición laboral. Esta situación genera una crisis a la que se conoce como “vital” por cuanto encierra una posibilidad de cambio, de transformación facilitadora del crecimiento y maduración. En una crisis vital se duda, se posibilita una nueva visión de sí mismo y del mundo lo que conducirá hacia la búsqueda de nuevas respuestas.
Cabe destacar que la elección vocacional está determinada por una situación motivacional de búsqueda, respondiendo esta conducta a la satisfacción de necesidades, intereses y expectativas personales y sociales. Coincidiendo con López Bonelli (1989) el proceso de elección vocacional necesita apoyarse en las necesidades de autorrealización, autocreación y de expansión de la personalidad total. Allport (citado por López Bonelli, 1989), señala que la planificación del futuro es una actividad de la naturaleza humana sana.
Elegir una carrera o profesión no es solamente decidirse por una, sino conferirle a esa elección un sentido compatible con los ideales y con las posibilidades personales. A este aspecto nos referimos cuando hablamos de la direccionalidad de la motivación, que incluye como dimensiones al ser, hacer y tener. El primero, se vincula estrechamente con el sentido que se le da a la vida. Esto se configura en una profesión u ocupación, que nos lleva al hacer, y a su vez, con un sentimiento de posesión que refiere al tener. Estas dimensiones de la direccionalidad de la motivación se integran en un proyecto que le da organización a la elección vocacional, exteriorizándose en una unidad de actividad en el momento de elegir una carrera.
Estos tres componentes (dirección, organización y unidad de actividad) con sus dimensiones, configuran desde nuestra perspectiva la motivación, por lo tanto, son internos al sujeto. De ninguna manera, ello significa desconocer que en las elecciones vocacionales existen factores externos al sujeto, que llamaremos sociales y pueden ser determinantes en el momento de elegir una carrera universitaria, actuando a su vez, como condicionante de la deserción. Esta es la hipótesis que pondremos a prueba: la permanencia de los alumnos en la universidad es mayor, cuando en las elecciones vocacionales interviene en forma predominante la motivación y viceversa, es menor cuando predominan los factores sociales.
Tomaremos como indicadores de los factores sociales, el hecho de que el alumno elija la carrera fundamentalmente por no poder ir a otra universidad en la cual se dicta la que realmente querría seguir, porque a sus padres les gusta, porque es una carrera fácil, etc.
Entre algunos indicadores referidos a la direccionalidad de la motivación, tenemos: interés en las actividades de esa profesión, satisfacer sus deseos de investigar y conocer (hacer), gusto por la profesión, para contribuir al desarrollo del país (ser), tener un título, aumentar la cultura general, obtener independencia económica (tener). Estos aspectos serán indagados a través de un cuestionario que le solicita a los alumnos que valoren cada uno de los distintos ítems y estas valoraciones se correlacionarán con la deserción, lo que es objetivo de un trabajo futuro.

Referencias bibliográficas
Chiavenato, I. 1995 Administración de Recursos Humanos. Ed. McGraw-Hill. México.
Freud, S. 1973 Obras Completas. Tomo II. Lecciones Introductorias al Psicoanálisis. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid.
Freud, S. 1973 Obras completas. Tomo III. Nuevas Lecciones Introductorias al Psicoanálisis. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid .
Lopéz Bonelli, A. 1989 La orientación vocacional como proceso. El Ateneo. Buenos Aires.
Maslow, A. 1988 El hombre autorrealizado. Ed. Kairós. México
Nuttin, J. y otros 1982 La Motivación. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires.
 



 
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