María Graciela Firpo. Licenciada en Psicopedagogía. Profesora
Adjunta de Técncias de Reeducación Psicopedagógica
en el Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad
Nacional de Río Cuarto. Agencia Postal 3. 5800-Río Cuarto-Córdoba.
Te. y Fax: 058-676285.
Colaboradoras: Ivonne Jakob; Raquel Moressi; Liliana Moyetta y Mónica
Valle. Integrantes del grupo de Investigación de situaciones. Problemas
específicos extraídos de las respectivas experiencias de
trabajo dentro de las Instituciones.
INTRODUCCION
La demanda de los servicios profesionales del psicopedagogo en la escuela
se origina en diversos integrantes de la comunidad educativa: directores,
comisiones de padres, maestros, alumnos. A menudo proviene de otros sectores
como las autoridades municipales, las congregaciones religiosas a las que
la escuela pertenece, etc.
La consulta aspira a abordar una cuestión o resolver un problema
para lo cual se considera apto al psicopedagogo. Quienes consultan no son
regularmente quienes detentan el problema sino que identifican un sector
de la institución escuela que lo padece (niños con problemas
de aprendizaje, escasa articulación entre ciclos, maestros poco
capacitados, etc.).
A menudo nos hacemos cargo de la demanda y nos dirigimos con nuestra
intervención profesional directamente a quienes son objeto de la
consulta, a los que presentan el problema por el que se nos ha convocado.
Planteamos detenernos en quienes hacen la demanda para dirigirnos luego
a las personas o las prácticas cuestionadas. Otorgamos tal importancia
a este momento de nuestra práctica profesional, que creemos que
él puede definir no sólo la cualidad de la intervención
sino la decisión misma de con quién trabajar o dejar de hacerlo.
Nuestros referentes teóricos principales son las nociones de
sistema y de cambio (Watzlawick, J. et al. 1986). El modelo de intervención
incorpora conceptualizaciones circulares acerca de la comunicación
y la causalidad (Suarez, M. 1995).
NOCIÓN DE SISTEMA
En primer lugar consideramos que el problema o cuestión por
el que se consulta o demanda se inserta en una cantidad de interacciones
que lo sostienen y perpetúan.
Un ejemplo sería el de la consulta que hacen los docentes de
un “Jardín de Infantes acerca de la escasa participación
de los padres luego de una prolongada retención de tareas”. Los
maestros se quejaban de que los padres no acudían a las reuniones
en las que se requería el apoyo de la Asociación Cooperadora
en forma de dinero o tareas. Cuanto más realizaban este reclamo,
mayor retraimiento veían en los padres. Éstos, por su parte,
se sentían desconcertados: después de soportar el prolongado
receso eran “retados” por los docentes por ser poco colaboradores. ¿No
era comprendido como colaboración el abstenerse de reprochar la
falta de clases?.
Este ejemplo de interacciones que podríamos sintetizar como
nosotros reclamamos - ustedes se retraen, o ustedes reclaman - nosotros
nos retraemos, ilustra la interdependencia entre los miembros de un sistema
definido por la psicopedagoga consultada.
Toda vez que consideramos un sistema contemplamos solidariamente a
un observador que traza una distinción, que define dicho sistema.
Sigamos con el ejemplo: la interacción tal como la hemos definido
(nosotros reclamamos ustedes se retraen o ustedes reclaman nosotros nos
retraemos) muestra cómo las actitudes de unos sostienen y perpetúan
las de los otros; ello desemboca en el fracaso que motiva la consulta.
A quién se dirige el psicopedagogo: ¿hacia los padres ausentes?;
¿hacia los maestros?. Nuestra respuesta es: hacia quienes son miembros
del sistema y nos han consultado.
NOCIÓN DE CAMBIO
Proponer a los maestros que se retraigan pero no tanto o que reclamen
más, sería mantenernos en el mismo sistema de interacciones
o sea, ofrecer más o menos de lo mismo. Cambiar el sistema implica
una perspectiva para considerarlo. ¿Es posible producir un cambio
significativo que reestructure el sistema?. En el caso que nos ocupa los
maestros habían tenido éxito en anteriores convocatorias
recurriendo al juego; habían escrito trabajos justificando la necesidad
de jugar para aprender. ¿Por qué no jugar para reencontrarse?.
Ante la desolación de la institución paralizada, un encuentro
para jugar fue la meta mínima pactada con el psicopedagogo para
reiniciar los procesos educativos en esa institución.
El cambio significativo tiene la característica de reestructurar
al sistema que así se transforma en otro ya que es definido por
otras interacciones: yo juego, te muestro lo que hago con tu hijo en la
escuela, volvé, amigate, acompañame, me invitan, me muestran
lo que hacen con los chicos, me acerco, me amigo. ¿Y la colaboración?
En este nuevo marco volvió a ser posible: el cambio en la conversación,
cambió el curso de la historia que tenía lugar en esa escuela.
Hasta aquí presentamos la noción de sistema y la de cambio
significativo.
La pregunta actual sería: ¿Debemos atender a todos los
miembros del sistema que hemos definido para ofrecer propuestas de cambio?.
Los teóricos de Palo Alto sostienen que es posible intervenir
trabajando con el “segmento más motivado” del sistema (Hirsh y Casabianca,
1992). Estudios realizados muestran que el éxito en una terapia
está más relacionado con la motivación del sujeto
que es tratado que con la índole del tratamiento que se le ofrece.
Esta referencia es válida para la atención psicopedagógica.
A menudo quienes aparecen como los que tienen el problema no tienen
el menor interés en cambiar, es más: no consideran que ese
asunto o cuestión sea un problema.
Ofreceremos otro ejemplo extraído de nuestras propias prácticas
que es particularmente ilustrativo.
Un grupo de padres de una Asociación Cooperadora consulta a
la Universidad por un problema en nombre de la dirección de una
escuela oficial. La Universidad deriva a la cátedra de Práctica
Profesional Psicopedagógica.
Se producen entrevistas con la directora y la inspectora zonal correspondiente.
El problema quedó designado como dificultades para realizar planificaciones
de la tarea en el aula por parte de los docentes, falta de coordinación
entre planificaciones.
Al llegar el equipo de expertos a trabajar con los maestros se encontró
con un grupo altamente motivado ¿para qué? para trabajar
acerca de otros problemas. Ellos ya habían hecho el trabajo que
originó la consulta de los otros miembros del sistema. Fue necesario
redefinir el motivo de consulta y actuar en consecuencia de una manera
que resultó satisfactoria para los maestros y para los expertos
consultados.
¿Y la otra demanda?. Se intentaron ofrecer propuestas de cambio
en relación con restablecer funciones directivas que no eran ejercidas.
Haber optado por esta definición del sistema, por la primera demanda,
haber elegido a esos motivos como prioritarios e involucrado a esos consultantes,
podría haber cambiado la cualidad de la intervención que
posiblemente no hubiera desembocado necesariamente en el trabajo con los
maestros.
Cuando atendemos al sector más motivado es posible que se motiven
y consulten otros miembros del sistema. Nosotros mismos como psicopedagogos
nos vemos motivados como consultantes.
Veamos un ejemplo.
En un curso de primer año del tercer ciclo de la E.G.B. se produce
mucho desorden; agresiones diversas dificultan la convivencia entre los
alumnos y con los profesores. Consulta un grupo de alumnos. La psicopedagoga
los involucra en la construcción y puesta en práctica de
normas para la convivencia; se producen los primeros cambios: los miembros
del sistema calificados como los causantes del desorden son sancionados
por las autoridades: están en peligro de “quedar libres” por faltas
y sanciones; ellos deciden también hacer una consulta a la psicopedagoga
para tratar de cambiar, reciben el apoyo de sus compañeros que luchan
por evitar su deserción.
Si ocurren cambios significativos en los miembros más dependientes
del sistema se producirán cambios en el sistema del cual forman
parte y que los incluye jerárquicamente.
La relación jerárquica implica que las interacciones
de algunos subordinan las de otros. Algunas veces esa jerarquía
es la legalizada por el lugar en el organigrama como podría ser
el caso de la dirección de la escuela en una institución
pública. “Cuando entro en una escuela siempre voy del brazo del
director” escuchamos decir a Carlos Srebrow (1994), experto en análisis
organizacional.
Otras veces existen jerarquías secretas, no explícitas
como podría ser la del Presidente de la Cooperadora que al mismo
tiempo es líder de un partido político, o el dueño
del colegio, etc.
Es importante tener en cuenta a quienes están en posiciones
jerárquicas que subordinan a los otros miembros del sistema cuando
decidimos intervenir. Una intervención que produce cambios significativos
puede tener un efecto de boomerang si los segmentos jerárquicos
del sistema no la incorporan con benevolencia.
Tal es el caso de la intervención siguiente.
Una niña retraída y apática es derivada por la
maestra a la psicopedagoga, un vínculo apropiado con la niña,
unas intervenciones exitosas provocan que la niña se conecte de
otra manera en el aula, volviéndose expansiva y vivaz. La maestra
que no se involucró en la consulta, define este resultado como desfavorable
en tanto la niña es ahora movediza y molesta para ella.
Este ejemplo permite otro comentario. Postulamos la necesidad de atender
como consultante al sector más motivado del sistema. Al mismo tiempo
creemos en la necesidad de involucrar al consultante en la búsqueda
de soluciones. De esta manera se produce un circuito doble. Atendemos a
quién más motivado está: aumentamos su motivación
haciéndolo participar activamente en los procesos de cambio.
La demanda aparece inicialmente como una queja, la queja contiene la
frustración por lo no logrado y una expectativa de logro que tiene
algo de ilusoria.
“Qué hago con este chico que no aprende” sería un ejemplo
de queja y “hacerlo pasar de grado” podría ser una expectativa ilusoria.
Una vez recibida la queja inicial nuestra tarea es co-construir con
quien nos convocó un motivo de consulta que contenga la posibilidad
de lograr soluciones realizables.
Hemos reconstruido un diálogo casi imaginario (a todos nos resulta
familiar) para ilustrar qué queremos decir cuando hablamos del pasaje
de la queja inicial a la configuración del motivo de consulta.
Maestra exasperada:
- No sé qué hacer con estos chicos que no trabajan.
Son indisciplinados. Probé de todo, a ver si hacés algo,
vos que sabés.
Psicopedagoga “constructiva”:
- Me parece difícil que yo pueda cambiar algo si vos
con tu experiencia no lo has logrado.
M:- No hay experiencia que valga con estos chicos.
P:- Es cierto, tener 48 alumnos de muy diferentes edades en primer
grado y en este barrio... es tan difícil. Nos hace sentir muy incompetentes.
M:- ¿Incompetentes? yo probé traer material didáctico,
juegos para que ellos trabajen toda la hora en sus mesas pero....
P:- ¿Toda la hora? Sos muy buena maestra... pero esa meta es
inalcanzable
M:- ¿ Te parece?
P:- Tal vez si pudieras... digo, si lograras diez minutos, no sé
si soy demasiado optimista.
M:- Diez minutos yo los logro!
P:- Qué bueno! a ver contame que juegos les gustan más....
(siguen charlando en conjunto acerca de qué se podría
mejorar)
A modo de conclusión
1. Es importante considerar el sistema de intercambios que sostiene los problemas por lo que somos consultadas.
2. Es posible lograr cambios significativos redefiniendo los vínculos.
3. Es conveniente contar con la aceptación de quienes están en posiciones jerárquicas.
4. Para intervenir elegimos aliarnos con quienes están más motivados para producir cambios.
5. Es indispensable involucrar al consultante en la búsqueda de soluciones alternativas.
6. Nuestro primer trabajo consiste en escuchar la queja para co-construir un motivo de consulta.
Para Cerrar:
La respuesta a la pregunta:
¿A quién atiende el psicopedagogo? sería:
A quien más dispuesto está a sostener los actos de aprendizaje que transcurran en la escuela.
Referencias Bibliográficas
Hirsch, H. y R. Casabianca 1992 Como equivocarse menos en Terapia.
Ed. Universidad del Litoral. Buenos Aires.
Srebrow, C. 1994 Seminario sobre Analisis Organizacional. Buenos Aires.
Suarez, M 1995 Conflict. Resolution Course. University of California.
Santa Barbara.
Watzlawick, J.; F. Weakland y J. Fisch 1986 Cambio. Teoría y
Práctica. Herder. Barcelona.