Universidad Nacional de Río Cuarto

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Documento del Observatorio de DDHH

El Bicentenario y los Derechos Humanos

  07 de Julio de 2016

El Bicentenario de nuestra independencia es una oportunidad para reflexionar y proponer acciones, para pensar y resignificar nuestra independencia a la luz de los acontecimientos actuales.
Quizás haya sido Manuel Belgrano uno de los primeros patriotas en pensar la independencia con mayor claridad, y obrar en consecuencia al entender que es en el campo del derecho en donde se pelea por la autodeterminación de los pueblos; que sin ese derecho de autodeterminación, no hay soberanía, no hay identidad ni pertenencia.
Pensar la independencia es también pensar la Patria libre de las ataduras económicas que aún pesan sobre nuestra existencia.
No en vano nuestros patriotas insistieron en la construcción de la “Patria Grande” para enfrentar al poder económico, cultural y político transnacionalizado.
Tampoco fue en vano que los revolucionarios de la generación del ‘70 hayan luchado “por la segunda y definitiva independencia”.
Tampoco resulta ocioso decir que la dependencia económica condiciona las decisiones políticas y construye una democracia frágil al limitar el ejercicio pleno de los derechos civiles y sociales, privilegiando intereses particulares que bajo ningún punto de vista tienen el propósito de beneficiar a la nación en totalidad.
La última dictadura cívico-militar del ‘76, dio impulso a una política orientada en este último sentido, sometiendo las potencialidades liberadoras del pueblo y obligándolo a permanecer en los marcos de la dependencia económica para el beneficio de unos pocos.
Felizmente, con el retorno a la democracia se fue construyendo una política de Estado en relación a los Derechos Humanos para el impulso y resguardo de la justicia, a la cual adhirieren y adscriben muchísimas personalidades de las ciencias y de la cultura, como así también organizaciones sociales y políticas, alentados también desde estamentos de la Educación como lo hace hoy nuestro Observatorio de DDHH de la UNRC.

Sin embargo, esos derechos que deben estar amparados en un Estado atento que resguarde su cumplimiento, hoy sufren el menosprecio o el abandono de todo tipo de incentivo político por parte del actual Gobierno Nacional.
Este menosprecio y abandono se ponen en evidencia en las decisiones que provocan despidos masivos, en la gigantesca transferencia de ingresos hacia sectores concentrados de la economía, tanto nacionales como extranjeros, o en el desmantelamiento de planes sociales sin tener en cuenta las consecuencias.
Esto puede explicarse como la aplicación deliberada de una política que Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) ha definido como una política de “miseria planificada”, retomando las palabras de Rodolfo Walsh.
Desde el Observatorio de DDHH de la UNRC compartimos esta caracterización, señalando que no es posible ignorar los efectos devastadores que las decisiones político-económicas tomadas en los últimos seis meses han tenido sobre la sociedad.
Si consideramos, como lo venimos manifestando desde este Observatorio, que la democracia no es sólo un sistema formal para la elección de los representantes, sino que implica además una actividad constante, participativa y libre tendiente a alcanzar la igualdad social y garantizar a cada ciudadanos sus derechos –y, también la posibilidad de reclamar por ellos-, no podemos más que señalar que estamos asistiendo a un debilitamiento de la democracia, fundado en el aumento de la desigualdad económica, que, combinada con la ausencia del estado en el espacio público, provoca desigualdad social, cultural, política.

El futuro de endeudamiento, que podemos pronosticar a la luz de las medidas económicas implementadas, profundiza la dependencia económica y nos aleja de aquel país soberano que soñaron los próceres que juraron la independencia en Tucumán.
El Gobierno Nacional reprime para garantizar sus planes gubernamentales, y prueba de ello es la persecución también deliberada hacia movimientos sociales opositores con extorsiones a la militancia a través de aperturas de causas con pruebas infundadas y encarcelamientos emblemáticos como el de Milagro Sala, que constituye no sólo una avanzada para intimidar, sino también la prueba tangible de la falta de garantías constitucionales que se dan en cada uno de estos casos de persecución a la militancia social y política opositora.
Tampoco ha faltado la represión directa y violenta como la recientemente practicada en la fábrica recuperada RB en San Isidro, que se agrega a otras expresiones violentas que el Estado no trepida en aplicar a cuanta manifestación colectiva que reclame por sus derechos.
“La miseria planificada” y la acción represiva, responden a un plan de gobierno que está cometiendo actos reiterados de violación a los DDHH.
Además de llevar adelante intentos de desprestigio de los organismos de DDHH que han sostenido la memoria desde la última dictadura cívico-militar, a través de declaraciones públicas de funcionarios gubernamentales o de la reciente reedición del Nunca más, en la que se quitó el prólogo incluido en 2006, en el que se cuestionaba profundamente a la “teoría de los dos demonios”.
En este sentido, el despojo en lo económico cobra una dimensión social que creíamos superada, y es necesario perforar el blindaje mediático con que cuenta este proceso de “sinceramiento económico” para desentrañar y denunciar una política que tiene el riesgo cierto de ocasionar violaciones sistemáticas sobre los DDHH.
En este marco, la reciente creación del canal de televisión abierta de la UNRC representa una conquista para nuestra casa de altos estudios, pero también implica la asunción de la responsabilidad informar a la población, promoviendo la cultura democrática y señalando aquellos casos en donde el periodismo actúa corporativamente en conjunción con sectores del poder concentrado.

El Bicentenario de nuestra independencia, paradójicamente nos encuentra en una perspectiva diferente a la esperada, por lo menos para quienes procuramos una cultura humanista, es decir: no solamente una cultura asentada en la defensa de los DDHH y la resistencia ante sus violaciones; sino también, una cultura concebida al margen del devenir y los avatares económicos para el disfrute y goce de nuestro pueblo.
Sin embargo la misión de hoy es alertar, exhortar, no tolerar y desarticular cualquier intento que suspenda la vigencia irrestricta de los DDHH.