Universidad Nacional de Río Cuarto

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Observatorio de Derechos Humanos

Este martes en el campus hubo caminata reflexiva en el marco de la Semana de la Memoria

  22 de Marzo de 2022

Este martes, desde minutos después de las 10, se concretaron distintas actividades en la Universidad Nacional de Río Cuarto, organizadas por el Observatorio de Derechos Humanos de esta casa de estudios en el marco de la Semana de la Memoria.
Hubo recorrido con distintas paradas en cada una de las cuales se evocó y reflexionó acerca de la necesidad de defender la democracia y bregar por memoria, verdad y justicia.
El itinerario comenzó en la rotonda Agustín Tosco, que da acceso a la calle Leonidas Cholaky Sobari, paralela a la ruta 36 y por la que se ingresa al campus universitario.
En ese lugar, se evocó el Cordobazo de 1969.
Desde allí, se siguió hasta el pabellón 4, frente a la guardia, donde se contempló el mosaico que recuerda a los combatientes de Malvinas.
Con la presencia de autoridades, alumnos y trabajadores se compartió la importancia de ser consciente de los procesos históricos.
Respecto del Cordobazo, por ejemplo, se coincidió en señalar el peligro que para las dictaduras –como la de Juan Carlos Onganía, presidente de facto por entonces- entraña la unión obrero- estudiantil.
Asimismo, se tributó respeto a la lucha de Tosco, un gremialista austero, honesto, que conocía lo que significaba trabajar y no transaba por miedo ni por dinero.
Bajo el techo que une los anfiteatros y una de las baterías de aulas del pabellón 4, la coordinadora del Observatorio de Derechos Humanos de la UNRC, Daniela Wagner, se refirió con admiración a los combatientes, muchos de los cuales dieron su vida en una guerra que marcó el inicio del fin del gobierno de facto que rigió la Argentina entre el 24 de marzo de 1976 hasta las postrimerías de 1983.

Luego, en el interior de ese mismo pabellón, el recorrido se detuvo frente al mural que inmortaliza la mirada de las mujeres embarazadas desaparecidas durante la dictadura.
Son los rostros de 35 mujeres a quienes la dictadura militar las llevó detenidas y las hizo desaparecer junto a sus hijos, aunque algunos de ellos pudieron ser recuperados gracias a la búsqueda denodada de las Abuelas de Plaza de Mayo.
La obra tiene tres metros de largo por dos de ancho.
Junto a ella, hay una placa de 60 por 30 centímetros, que hace mención al secuestro y tortura de miles de personas durante la dictadura militar, como así también a la sustracción ilegítima de bebés recién nacidos, como parte de un plan sistemático y general de aniquilación desplegado contra parte de la sociedad civil argentina.
Al respecto, cabe acotar lo que expresó Eduardo Tato Pavlovsky en ocasión de su investidura como Doctor Honoris Causa de la UNRC en 2010.
En su alocución en el aula mayor José Alfredo Duarte, el creador de la obra “El señor Galíndez” había planteado la marca que dejan los aprendizajes en las instituciones.
“En las Fuerzas Armadas la tortura era un instrumento de formación, entonces hay que revisar qué se enseña”.
Consciente de la influencia de los entornos sociales en las acciones individuales, el dramaturgo citó el libro “Los verdugos voluntarios de Hitler”, que consigna que “los tenientes no estaban obligados a matar judíos”.
Si lo hacían era porque “la infiltración de la subjetividad estaba desde mucho antes”.
De allí a la complicidad civil, “que también hubo en Argentina”, apenas un paso.
El patio de Agronomía y Veterinaria fue la siguiente estación, pasadas las 11.
Allí descansan los restos mortales de José Santiago "Pocho" Amato, ex estudiante de Medicina Veterinaria, integrante de movimientos estudiantiles y políticos durante la década del ‘70 y desparecido en la última dictadura militar.
“Pocho” Amato estudió Veterinaria entre 1973 y 1975 y tuvo una destacada actuación en defensa de la democracia durante el Navarrazo, que terminó con el gobierno de Horacio Obregón Cano.
Amato fue uno de los militantes que defendió la Municipalidad de Río Cuarto ante los avances sobre el proceso institucional de aquel fatídico 28 de febrero de 1974.
Tras la participación en la defensa del Palacio de Mójica, Amato como otros militantes fueron duramente perseguidos y huyó hacia a Buenos Aires donde en un simulado enfrentamiento el 31 de diciembre de 1976 fue fusilado en la localidad de Munro por fuerzas pertenecientes al Ejército y luego enterrado en una fosa común en el cementerio de Vicente López.
Estudiantes y trabajadores hicieron oir su voz en el patio, al pie del despacho rectoral y la sala Pereira Pinto.
Compartieron sus perspectivas acerca de las “atrocidades y masacres” que perpetró el “terrorismo de Estado”, con el “endeudamiento externo como instrumento de dominación” sobre naciones que bregan por su soberanía.

La Biblioteca Central “Juan Filloy” fue el próximo escenario de la caminata.
Una placa en el ingreso del edificio recuerda la quema de libros en la Universidad que ordenó la dictadura.
La colocación de esta placa fue una iniciativa que la Comisión Municipal de la Memoria presentó al Consejo Superior de esta casa de estudios, y señaliza el espacio del cual fueron retirados y posteriormente incinerados más de 400 libros durante la oscura etapa dictatorial.
La placa pone en evidencia “la intolerancia”, que “llevada al paroxismo”, conduce a “una degradación que lleva a la eliminación física del diferente, elevado a la categoría de enemigo.
La brutal represión que sumió al país en un baño de sangre durante los años ’70, cercenando libertades, cegando vidas, sueños, y concluyó en el terrorismo de Estado, fue la expresión más acabada de esa lógica perversa de aniquilación del oponente”.
Así se expresaba la Comisión, una de cuyos integrantes, Daniela Miranda, agradeció la realización del acto en el campus y sostuvo que “la biblioteca es un lugar importante” y que la placa “recuerda lo que queremos que nunca más suceda”.
Posteriormente, frente al comedor, se habló de la Noche de los Bastones Largos y se reflexionó sobre los desaparecidos en Río Cuarto.
En ese lugar, también hay una placa que recuerda aquel doloroso acontecimiento.
De esta manera, se evocaron los sucesos del 29 de julio de 1966 cuando se produjo la intervención a las universidades nacionales dispuesta por el gobierno de facto encabezado por el general Juan Carlos Onganía.
A través del decreto 16.912, se puso fin a la autonomía universitaria, obligando a rectores y decanos a asumir como interventores.
Ante esa imposición y como repudio a ella, los rectores de Buenos Aires, Córdoba, La Plata, Tucumán y Litoral decidieron renunciar.
El operativo significó el fin de una de las etapas más creativas e innovadoras de la historia universitaria argentina.
Como represalia, esa misma noche la Policía Federal se introdujo violentamente en varias facultades de la UBA, dando lugar a uno de los episodios más dolorosos de la historia universitaria de nuestro país: la Noche de los Bastones Largos.
Estos hechos, cuyo epicentro tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, dieron origen luego a la renuncia y exilio de muchos de los más prestigiosos profesores de la Universidad de Buenos Aires.
Investigaciones posteriores sostienen que luego de este acontecimiento renunciaron en la UBA alrededor de 1.380 docentes e investigadores, muchos de los cuales emigraron hacia otros países.
En el Aula Mayor se recordó, luego, a José Alfredo “Peco” Duarte, nodocente desaparecido cuyo nombre lleva el recinto donde habitualmente se concretan las colaciones de la Universidad.
“Peco” Duarte fue empleado de la UNRC durante 1974 y 1975, en el Comedor y en el Departamento de Imprenta y Publicaciones.
Era un muchacho comprometido con la realidad, por lo que se lo veía a menudo trabajar en los barrios humildes.
En la Imprenta de la Universidad, estaba a cargo del manejo del mimeógrafo, antecedente de la fotocopiadora y la duplicadora.
Fue víctima del accionar de grupos de tareas de la extrema derecha que devastaron el país.
Desapareció poco antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Fue secuestrado-desaparecido en Córdoba a los 26 años, el 30 de enero de 1976.
Fue visto en el Campo de la Ribera antes de su asesinato.
A continuación, en la sede de la Asociación Gremial Docente, se evocó a Ernesto Silber y a Alberto Pinto.
Un triste 9 de agosto de 1976, Ernesto Silber, docente, investigador y dirigente gremial de esta casa de estudios, fue detenido por fuerzas de la dictadura militar.
Ocurrió en las puertas mismas de la Universidad, desde donde lo llevaron a la por entonces Unidad Nº7 de la Policía de la Provincia de Córdoba.
Allí funcionaba el grupo denominado D-2 (Sección Informaciones), y dentro de éste, un subgrupo: la Brigada Antiguerrilla.
Se supo que el profesor Silber fue interrogado, salvajemente golpeado y torturado.
Tres días después de su detención, apareció misteriosamente ahorcado en su celda.
Ernesto Silber fue uno de los impulsores de la creación de la Asociación Gremial Docente de la Universidad y su primer secretario general.
Alberto Pinto terminó sus estudios de Ciencias de la Educación en Río Cuarto.
En esta ciudad, ejerció la docencia y militó en el Peronismo de Base.
Fue secuestrado el 21 de abril de 1977 y trasladado por distintas cárceles, hasta llegar a la Unidad Penitenciaria nº 9 de La Plata.
El 15 de noviembre de 1978 fue víctima de una golpiza y torturas por parte de los penitenciarios.
Pese a su grave estado de salud, fue trasladado a las celdas de castigo.
El 23 de noviembre fue internado en un instituto médico de La Plata, donde falleció el 5 de marzo de 1979.
Después, las actividades se concentraron en la Plaza de la Militancia, punto de convergencia de ideas, pensamientos y manifestaciones concernientes a la participación en la vida democrática de la Universidad.
El Ensamble de Música Popular Argentina y Latinoamericana de la UNRC se encargó del cierre artístico en una jornada signada por el deseo compartido de Memoria, Verdad y Justicia de la que participaron los cuatro claustros universitarios.

Marcha el 24

El Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Río Cuarto invita a sumarse a la marcha que habrá este jueves, en el Día por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
La concentración será a las 17 en el ex Buen Pastor (emplazado entre calles Colón, Moreno, 9 de Julio y Santiago del Estero).
La caminata llegará a las 18 a la plaza central de la ciudad.

Habrá distintas acciones, entre ellas señalizaciones, pañuelazos, intervenciones y recorridos.

Organiza la Multisectorial por los DD.HH.
de la ciudad.

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