Universidad Nacional de Río Cuarto

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Sobrevivientes del terrorismo de Estado

Michi Aromataris: "Estudiantes que regresaron a principio de los años 80 a una universidad imposibilitada de acoger las marcas de las atrocidades acontecidas"

  21 de Marzo de 2025

“La marca más importante que llevarán toda su vida es la tristeza por los compañeros muertos, los compañeros desaparecidos que hoy no tienen la palabra”

María Victoria Aromataris, por todos conocida como Michi, estuvo cinco años presa, razón por la que debió que dejar sus estudios. Era militante primero de la JP y luego de la JUP. Y la suya fue una de las voces que se escucharon en el acto de reparación de legajos que se realizó en la Universidad este viernes.

En esta oportunidad, se planteó agregar sentido a la expresión “estudiantes sobrevivientes al terrorismo de Estado”. Dijo: “Se trata de estudiantes en un contexto de protesta social, de lucha y organización de la clase trabajadora que se entrecruzó con la trayectoria de las izquierdas revolucionarias”. “Contexto en el que no casualmente se despliega el Plan Cóndor, un sistema formal de coordinación represiva entre los países del Cono Sur, que funcionó desde mediados de la década del setenta hasta iniciados los años ochenta para perseguir y eliminar a militantes políticos, sociales, sindicales y estudiantiles en Latinoamérica”.

“Estudiantes que atravesaban un profundo compromiso social ante la injusticia y la desigualdad; que desplegaron su militancia al interior de distintas agrupaciones políticas con la esperanza de hacer realidad la construcción del hombre nuevo, de otro mundo posible”.

“Estudiantes conscientes del riesgo al que se exponían ante la represión que se instaló, sobre todo después del golpe genocida de 1976, atravesando por ello mismo el conflicto entre las convicciones y el miedo… pero no había manera de escapar a esa voz de la conciencia que demandaba el compromiso con el otro, con la justicia social”.

“Estudiantes que tuvieron que huir y exiliarse en algún lugar, ante el peligro que se corría”.

“Estudiantes que fueron detenidos ilegalmente, en general a altas horas de la noche y de forma muy cruenta, llevados muchas veces a instituciones ‘legales’ de detención donde comenzaba la tortura, las vejaciones de carácter sexual, la denigración -en Río Cuarto, por ejemplo, la sede de la Policía de la Provincia-”.

“Estudiantes que durante los años de cárcel padecieron las políticas de aniquilamiento, mejor dicho, el plan sistemático de aniquilamiento de lo que el gobierno militar llamó subversión apátrida o delincuentes terroristas”.

“Estudiantes que durante los años de cárcel recurrieron a estrategias de supervivencia y de resistencia, diferentes según los distintos contextos políticos y disposiciones carcelarias, poniendo en jaque aquel designio que esbozó un jefe de seguridad en la cárcel de Villa Devoto, ‘Ustedes de acá salen locas o muertas’. Los lazos de solidaridad que las presas y presos políticos forjaron dentro de la cárcel les permitieron obstaculizar parte del engranaje de una tecnología disciplinaria desarrollada durante el proceso genocida argentino: formas particulares de organización del cautiverio, de diseminación del terror y de desubjetivación”.

“Estudiantes, algunos, que regresaron del cautiverio en los primeros años de la década del 80 a una sociedad desconocida, enmudecida y aterrorizada. Una sociedad que no podía aun repudiar los crímenes cometidos por la dictadura. Veinte años esperamos para poder hablar de los horrores vividos y contar abiertamente lo que había sucedido. El relato de la recuperación democrática ocluyó el carácter militante de los detenidos y desaparecidos como una forma de despolitización, y silenció las voces de los sobrevivientes”.

“Estudiantes, algunos, que regresaron a principio de los años 80 a una universidad imposibilitada de acoger las marcas de las atrocidades acontecidas durante el terrorismo de estado, de ponerle palabras a esa tragedia. Universidad que, si bien era la misma, era otra: sus paredes estaban silenciadas poniendo en evidencia que la educación constituyó un blanco privilegiado para disciplinar, vigilar y controlar instituciones y sujetos. Sin embargo, algunos volvieron y trabajaron desde su rol docente y de gestión por los derechos, por los valores nacionales, populares y democráticos en la universidad pública”.

“Por último, estudiantes en los que quedaron marcas indelebles, en su cuerpo y en su subjetividad por la terrible experiencia vivida; pero la marca más importante que llevarán toda su vida es la tristeza por los compañeros muertos, los compañeros desaparecidos que hoy no tienen la palabra”.

“Hoy nos toca remontar la esperanza en un mundo donde se está perdiendo la capacidad de pensarse como sujeto social articulado en el marco de una comunidad. Será necesario volver a las palabras del Papa Francisco: La esperanza nos lleva a pensar que la muerte y el odio no tienen la última palabra”.

Aromataris inició sus estudios en la UNRC en 1973. Cursaba la Licenciatura en Ciencias de la Educación, pero fue detenida el 25 de abril de 1977, cuando estaba en cuarto año. Estuvo presa hasta fines de 1982. Al año siguiente, retomó los estudios en la UNRC y se graduó en 1985. Fue coordinadora del Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad y docente de Ciencias de la Educación. Es licenciada en psicopedagogía y master en psicoterapia psicoanalítica. Estuvo en la penitenciaría de Río Cuarto un año y siete meses. De ahí pasó a Córdoba. Y finalmente la trasladaron en avión a Villa Devoto, donde pasó la mayor parte de su detención.

 

Reparación de legajos

 Klappenbach: “Hace 50 años la universidad quedaba sometida a un poder enemigo del pensamiento”

 El ex rector normalizador de la UNRC envió un mensaje por escrito desde España, donde se exilió hace 50 años

El filósofo Augusto Ángel Klappenbach Minotti fue rector normalizador de la UNRC desde el 28 de septiembre de 1973 hasta el 15 de octubre de 1974. Su mensaje también estuvo presente en el acto de reconocimiento a los 38 ex alumnos de esta casa de estudios que debieron abandonar sus estudios como consecuencia de la dictadura militar en Argentina.

Dijo: “Durante el tiempo en que duró esa época oscura quedaron por el camino proyectos como los de la Universidad de Río Cuarto, quizás algunos de ellos ingenuos, pero que traían un aire fresco a un mundo universitario de privilegios y academicismo retrógrado. Y, lo más grave, también quedaron en el camino cientos de estudiantes y profesores que veían en la creatividad de aquellos tiempos una universidad que intentaba responder a las necesidades de un país que la sostenía. Como mi amigo Ernesto Silber y tantos otros, que aportaron su trabajo y su dedicación a este proyecto”.

En un mensaje escrito, que envió desde España, donde vive después de su exilio en 1974, sostuvo: “Han pasado ya cincuenta años desde aquellos tiempos en que las universidades argentinas, junto con todo el país, quedaron sometidas a un poder enemigo del pensamiento, al que siempre han considerado un peligro para sus privilegios”. Y agregó: “Me parece muy importante este encuentro de reparación a aquellos hombres y mujeres que sufrieron de formas muy diversas las consecuencias de haber querido construir una universidad distinta del viejo academicismo universitario. Que cincuenta años después la universidad los recuerde habla muy bien de esa institución”.

Después de estas palabras, Klappenbach se despidió agradecido porque “después de tantos años se acordaran de este viejo ex rector, que hizo lo que pudo en aquellos tiempos”.

 

Un fantasma que lo acompañó durante muchos años

 Carlos Claret: “Pido disculpas a los jóvenes que fueron perseguidos por mi culpa”

 El ex decano normalizador interventor de la Facultad de Ciencias Aplicadas de la UNRC en 1973 participó a través de un video del acto de reconocimiento a los 38 ex alumnos de esta casa de estudios que interrumpieron sus estudios como consecuencia el terrorismo de estado en argentina

El profesor Carlos Claret, decano normalizador interventor de la Facultad de Ciencias Aplicadas de la UNRC en 1973 y exiliado de la dictadura militar en Argentina, pidió “disculpas a los alumnos” suyos que en aquel momento pudieron haber sufrido persecución por su “culpa”. Esta preocupación se ha convertido en un “fantasma que me acompañó durante muchos años”.

Claret envió desde Suecia, donde reside actualmente, un mensaje grabado en video tras recibir la invitación de la Universidad Nacional de Río Cuarto para participar del acto de reconocimiento a 38 ex alumnos cuyos estudios superiores fueron interrumpidos por la violencia material y simbólica ejercida sobre ellos durante la época del terrorismo de estado que actuó en el país entre 1974 y 1983.

El ex decano normalizador fue uno de los tantos perseguidos políticos de la dictadura, lo que lo obligó a exiliarse en Brasil y Suecia. Desde el país nórdico, ponderó el acto homenaje de este viernes porque “reivindica a quienes sufrieron la represión salvaje de los años de plomo y que debieron interrumpir sus caminos en la Universidad”.

Recordó: “Cuando era profesor en la Universidad Nacional de Río Cuarto fui invitado a participar en la dirección de la misma, tras la llegada de un gobierno popular luego de 18 años. Se levantó la prohibición de nombrar la palabra Perón y se dictó una nueva ley universitaria: la universidad para el pueblo. (Augusto) Klappenbach reunió un grupo de jóvenes entusiastas, que representábamos diferentes ideas, tal como la universidad tiene que ser, y que estábamos convencidos de que podíamos hacer un mundo mejor”.

Sin embargo, “nuestra ilusión de cambiar el mundo acabó pronto. El gobierno de (Héctor) Cámpora duró 49 días y fue sacado. Entonces, comenzó la persecución indiscriminada de jóvenes; la universidad fue intervenida. Estuvimos dos años escondidos, tratando de trabajar y sobrevivir en Argentina. Soy oriundo de Gualeguaychú, donde hubo 23 desaparecidos. La ciudad, en ese momento, tenía 30 mil habitantes; es decir, tuvimos un desaparecido cada 1.300 residentes, casi como en la pandemia de coronavirus”.

Siguió narrando: “Muchos de nosotros pudimos continuar con nuestras vidas con cierta alegría. Mi familia fue salvada por Jorge ‘León’ Harriague”, un joven estudiante de Ciencias Económicas de la UNRC, víctima de la desaparición de personas en diciembre de 1977 por parte de la dictadura militar. “Él prácticamente nos obligó a salir del país. Nuestro primer exilio fue Brasil, que terminó dos años después con un secuestro por parte del ejército brasileño, con participación del gobierno argentino. Muchos podrán ver en la película brasileña ‘Aún estoy aquí’, que ganó el Premio Oscar hace algunas semanas, toda la descripción de la detención, el accionar de la policía y los interrogatorios, que son un reflejo de lo mismo que hicieron con nosotros”.

En sus recuerdos de aquella época, contó: “Fui salvado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas. Me fui a Suecia y allí comencé a trabajar en la Universidad. Después fui a Mozambique, donde creé una escuela para la formación de técnicos agrícolas. Regresé a Suecia y, desde ese momento, trabajo en cooperación internacional”.

Pese al tiempo transcurrido, reconoció que los años en Río Cuarto “han estado siempre presentes, pero un fantasma me acompañó durante muchos años y es la pesadumbre de saber si alguno de mis alumnos o de las personas con quien yo había compartido la vida habían sufrido persecución por mi culpa. A ellos, y a quienes pude perjudicar por mis errores, porque éramos muy jóvenes, les pido disculpas. De todos modos, la lucha continúa. Sigo creyendo en la sociedad humanitaria, justa, con inclusión, sin discriminación, con posibilidades para todos”, concluyó su mensaje.

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